Adriana Chiroleu: «La gran pregunta es si la evaluación y la acreditación efectivamente garantizan la calidad»

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«CONADU en el medio» llegó hasta Rosario para compartir una interesante charla con la doctora en Sociología Adriana Chiroleu, docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la UNR, investigadora del CONICET y co-autora de “Política universitaria en la Argentina revisando viejos legados en busca de nuevos horizontes”, un libro editado por el Instituto de Estudios y Capacitación de CONADU y la Universidad Nacional de General Sarmiento.

 

– Cristina Pauli (CP): Adriana, un poco la excusa de la nota era tu libro “Política universitaria en la Argentina revisando viejos legados en busca de nuevos horizontes”. ¿Cómo lo venderías para que nuestros oyentes se interesen?

– Adriana Chiroleu (AC): En realidad la propuesta editorial de toda la colección creo es tratar de discutir, debatir y revisar ciertas problemáticas recurrentes en nuestro sector educativo. Y un planteo, por otra parte, que si bien respeta toda la rigurosidad científica no es excesivamente pesado en cuanto a la lectura.

En el marco de esa propuesta, con Claudio Suasnábar y Laura Rovelli nos propusimos tomar alguno de los núcleos problemáticos de la universidad en Argentina y hacer un planteo desde las políticas. Por eso, el libro empieza con una revisión sobre las características o singularidades que tiene la política universitaria dentro de las políticas públicas, y por ahí revisa temas como la democratización o la evaluación de calidad para tratar de darles una vuelta de tuerca.

– CP: Parecieran que son temas intocables, pero ustedes se animan a mirarlos…

– AC: Claro. Otros de los ejes que trabajamos también fue la expansión universitaria y lo relativo al gobierno de las universidades. Temas de los cuales en nuestra vida cotidiana como docentes o como investigadores hablamos permanentemente, pero desde el sentido común. Entonces, la intención era tratar de brindar algunas herramientas para pensarlos desde otra perspectiva.

– CP: Adriana, en el Encuentro Pedagógico Latinoamericano que se realizó en Córdoba hablaste de la evaluación, e hiciste una comparación con distintos países de América latina.

– AC: La evaluación es todo un tema. En el Encuentro de Córdoba lo trabajé más desde la democratización, esta política que se está desarrollando en distintos países de América latina tendiente a ampliar las oportunidades de ingreso al nivel superior con las limitaciones que todavía existen para desarrollar un verdadero proceso de democratización, entendido en términos de reducción de las desigualdades sociales.

– CP: ¿Cómo estamos respecto de otros países en cuanto a la democratización?

– AC: Creo que hay una cuestión que es bien importante de destacar: en la última década, América latina ha hecho entrar en la agenda de gobierno el tema de la ampliación de las oportunidades en el nivel universitario. Es una temática que está fuertemente presente en muchos países: Brasil, Venezuela, México, etc. Por supuesto que está absolutamente atravesado por las características que tiene cada uno de los sistemas de educación superior. Por ejemplo, Brasil ha tenido un desarrollo no demasiado pronunciado de su matrícula. Es decir, no ha tenido una incorporación importante de la población y sobre todo ha desarrollado un sistema que tiene prácticamente un 80% de la matrícula en el sistema privado y solamente un 20% en el sistema público. Ésa es la singularidad de Brasil. La política que se desarrolla en Brasil, desde los años del gobierno de Lula y que aún continúa, ha apuntado a generar más oportunidades a nivel de la educación pública con la creación de una cantidad importante de universidades públicas y federales. Y por supuesto ha tenido en cuenta también otra de las singularidades del caso brasileño que tiene que ver con la escasa representación que ciertos grupos sociales, por ejemplo afro descendientes e indígenas, tenían en la matricula total. Entonces, la política en Brasil apuntó en estos dos sentidos: ampliar las oportunidades en el sistema público y generar políticas inclusivas para estos grupos que estaban ausentes de la universidad.

En líneas generales, si hacemos un análisis de los casos en América latina, lo que hay que decir es que se han generado políticas de expansión institucional y de apoyo económico a través de becas que son muy importantes pero que todavía no consiguen impactar sobre el núcleo duro de la problemática: la efectiva reducción de las desigualdades. Esto tiene que ver con el hecho de que se sigue apuntando fuertemente al ingreso a las instituciones descuidando en la mayor parte de los casos el tema de la permanencia y del egreso.

De cualquier manera, estamos en un proceso que se ha iniciado en la última década y que todavía supone la necesidad de transitar un camino bastante largo y arduo. El problema central es generar políticas institucionales y políticas públicas que apunten a tratar de compensar las deficiencias que existen en el momento del ingreso para aquellos sectores socialmente más desfavorecidos. Creo que la última década ha sido un período muy importante para introducir esta temática, pero es necesario seguir avanzando para tratar efectivamente de generar procesos virtuosos que redunden en una reducción de las desigualdades sociales, que es un poco la meta cuando se inician estos procesos de expansión.

– CP: Claro y que no trascienda el hecho de decir: “Bueno, que todos ingresen”

– AC: Exactamente, es la gran falacia porque desde la perspectiva teórica eso está basado en la idea de igualdad de oportunidades. O sea, todos tienen la oportunidad de ingresar. Pero una vez ingresados, una vez en la institución las oportunidades de tener un tránsito exitoso son muy distintas y están fuertemente vinculadas con el origen socioeconómico de cada estudiante.

El tema es precisamente contemplar esta situación, entenderla de una manera más integral y tratar de propiciar políticas compensatorias para apuntalar las dificultades más importantes que existen para una parte de los ingresantes. Generando también, dentro de las propias instituciones universitarias, la convicción de que es necesario habilitar distintas vías para que el éxito pueda acompañar a sectores sociales en condiciones de pauperización.

– CP: ¿Alguno de los países que analizaste está mejor parado que otro?

– AC: Si comparamos el ingreso y la graduación, en líneas generales en los países de América latina los quintiles de origen socioeconómico más desfavorecido tienen una representación más o menos similar. El tema es que nosotros tenemos una buena representación, en términos de matrícula, del primero y segundo quintil, pero no de egresados. Entonces ahí aparece el núcleo problemático central. No es que no lleguen, es que llegan pero no pueden permanecer y no pueden egresar, y venimos transitando por esta situación hace varias décadas.

Creo que ese es un núcleo fundamental, así como también tratar de articular la universidad con la escuela media para hacer que ese tránsito no sea tan violento. Y, por supuesto, generar dentro de las instituciones condiciones para la permanencia. Eso tiene mucho que ver también con nuestra propia mentalidad docente y las condiciones que podamos generar. Por otra parte, el reconocimiento de que es un problema que corresponde que afrontemos nosotros.

– CP: Claro, eso es toda una definición. ¿Y volviendo a la evaluación?

– AC: El tema de evaluación se empieza a introducir en la agenda de Argentina fundamentalmente a partir de fines de los años 80, y esto se corresponde con un proceso a nivel internacional que supone la habilitación de la evaluación y la acreditación como formas de operar directamente sobre el tema calidad educativa. ¿Por qué? Porque la heterogeneización de los sistemas de educación superior que se había dado en las últimas décadas del siglo pasado hacía necesario tratar de poner de alguna manera un cierto orden o de garantizar la calidad de los servicios para la población. Esto tiene especial incidencia en aquellos países que habían expandido fuertemente los sistemas. Un caso por ejemplo es Chile, o Brasil y México.

En el caso de Argentina la expansión se ha dado fundamentalmente a partir del sector público y esta discusión que se da a partir de los 90 atraviesa vaivenes muy significativos. Hacemos un poco de memoria en perspectiva histórica: al principio hubo un rechazo muy fuerte a todo lo que tenía que ver con la evaluación y la acreditación vinculado fundamentalmente con el origen que tenían esas temáticas y su introducción en el país vía Banco Mundial. En la medida en que se va estableciendo la CONEAU, a mediados de la década del 90, se empieza a institucionalizar la temática y se fue reduciendo la resistencia. En líneas generales, en ciertas cuestiones, la evaluación ha ganado una fuerte legitimidad.

Yo creo que la gran pregunta acá es si la evaluación y la acreditación efectivamente garantizan la calidad. Creo que esa es la gran temática a debatir. ¿Después de 15 años de evaluación tenemos mejores instituciones? ¿Tenemos instituciones de más calidad? ¿Qué pasa con la calidad de los aprendizajes? ¿Qué es calidad en todo caso? ¿Cómo la medimos? Son todas grandes discusiones que siguen abiertas, con la intención de perfeccionar los sistemas. Efectivamente, la heterogeneidad de las ofertas que se dan en este momento genera la necesidad de poner un orden en determinado sentido, pero sin perder de vista las grandes discusiones que siguen estando vigentes.

 

 

Entrevista desgrabada por Gabriel Di Battista.