“La negociación del nomenclador dejó en evidencia las jerarquías y relaciones de poder de la lógica académica”

Desde septiembre se lleva adelante la primera etapa del Nomenclador Único Salarial de los Docentes Preuniversitarios, un acuerdo histórico de CONADU y las diferentes representaciones gremiales con el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) que permite unificar categorías y salarios a nivel nacional.

Entrevistada por CONADU en el medio, Verónica Bethencourt, Secretaria general de ADULP (sindicato de base de CONADU en la Universidad de La Plata) y responsable de colegios pre-universitarios, comparte cómo fue el arduo proceso de negociación y aclara confusiones.

– ¿Cuál es el objetivo del nomenclador?

El nomenclador intentar acomodar u ordenar el nivel preuniversitario. Por ejemplo, en el nivel universitario tenemos instalado desde hace mucho tiempo que hay cinco cargos con una determinada relación jerárquica entre sí. Esto en los colegios pre-universitarios no existe y es muchísimo más complejo porque hay una diversidad de cargos muy importante. Para tener una idea: la cantidad que pudimos relevar, antes de acometer esta recomposición y de darle forma al nomenclador, era de 160 cargos distintos para los docentes de los 52 colegios pre-universitarios de todo el país. Esto significaba una gran dispersión y una dificultad enorme para establecer las relaciones entre los distintos cargos. Pero, además, contábamos con dos cuestiones adicionales: por un lado, que hay muchos casos en los que se realizan mismas funciones con distintos nombres; y por otra parte, que por un mismo cargo (es decir, una misma función) en casi ningún establecimiento se cobraba lo mismo. Eso daba lugar a situaciones de inequidad, porque por el mismo trabajo el cuerpo docente tenía diferente remuneración.

Ese complejo panorama es el que nosotros hemos comenzado a ordenar a partir de la firma del acta de abril y que tiene un primer hito en la liquidación del tercer tramo de nuestro acuerdo, donde se va a implementar un nomenclador provisorio. Y hablo de provisorio porque es un avance que apunta a solucionar esta inequidad: a partir de ahora existe un piso salarial para las categorías del trabajo docente.

– ¿Qué significa hablar de piso salarial?

– Un piso implica un mínimo debajo del cual ningún docente, realice la función que realice en un establecimiento pre-universitario, puede estar. Estamos hablando de un punto de partida de igualación hacia arriba. Es decir, todos los que cobren por debajo de ese nivel serán elevados hasta ahí. En ese marco, con la liquidación del tercer tramo de nuestro acuerdo salarial no solo se va a percibir el aumento salarial que corresponde a este tercer tramo, sino que todos aquellos que hayan quedado por debajo del mínimo tienen que llegar a ese lugar. Y, por supuesto, quienes estén por encima no van a ver alterados sus salarios.

Por ejemplo, en la Universidad de La Plata en general los cargos básicos (maestros, preceptores, horas cátedra) están por encima de lo que se ha estipulado en esta oportunidad como piso, por eso nosotros vamos a percibir el último tramo de aumento salarial. En cambio, los docentes que revisten en el politécnico de Rosario estaban muy atrasados en sus categorías respecto de otras escuelas técnicas del país; entonces, para ellos unificar los cargos y los salarios de igual cargo significa un incremento salarial muy importante. Los docentes de Jujuy y algunas categorías de los docentes de Santiago del Estero son otros de los grupos más beneficiados.

– Haber acordado la construcción de un nomenclador único provisional no solo implica esgrimir una reivindicación como consigna, sino ponerse a trabajar durante más de seis meses para poder elaborarlo…

– Al discutir un nomenclador siempre se va a reivindicar y a tratar de pelear para que los compañeros y las compañeras mejoren su situación salarial, pero también hay en juego definiciones de política académica: de cuáles son las relaciones que uno entiende que es deseable que se mantengan al interior de una institución y que se reflejan en lo salarial. Y eso fue muy interesante, porque en las reuniones que mantuvimos con los distintos sectores quedaron manifestadas las distintas perspectivas sobre el trabajo docente. Por ejemplo, hemos detectado en algunos sectores del CIN qué salarios tienen que percibir las maestras en relación a los profesores titulares. Y así aparecieron un montón de estas cuestiones que, en otro espacio, no hubieran aparecido jamás.

En ese sentido, la negociación fue muy ardua porque no solo había en juego cuestiones presupuestarias, sino también cuestiones importantes de política universitaria. Es decir, apareció mucho cómo desde las facultades se perciben los niveles pre-universitarios. Esta pelea que desde la Federación venimos dando de pensar que los docentes pre-universitarios son parte de la universidad, que no tienen que ser ni ciudadanos ni docentes de segunda, ni ser tratados de otra manera. Esto es absolutamente resistido en muchas oportunidades y en esta discusión en particular ha quedado en evidencia.

– ¿Cómo jugó el trabajo colectivo gremial en esta negociación?

– El proceso de negociación llevó más de seis meses de encuentros en el Ministerio de Educación de la Nación, y desde CONADU lo acompañamos con reuniones sistemáticas y sostenidas a lo largo de más de un año con los compañeros de nuestras asociaciones de base que cuentan con colegios de universidades. Allí recabamos información, pensamos las lógicas y las dinámicas que teníamos que imprimirle a la negociación. De hecho, tuvimos un papel relevante en la negociación: muchas de las iniciativas de CONADU fueron tomadas a la hora de confeccionar la tabla acordada.

– ¿Cuáles son los temas pendientes?

– Dentro de los avances por supuesto que quedan cuestiones pendientes, como por ejemplo seguir avanzando para que todos los docentes cobren lo que tienen que cobrar en su categoría. Pero fundamentalmente queda avanzar en una segunda etapa, porque este tema de democratizar las relaciones internas no quedó plasmada en el nomenclador. Entonces, lo que resta ahora es una discusión política de mediano y largo plazo, que desde CONADU hemos planteado ya en la mesa de discusión, que tiene que ver con incorporar una ponderación distinta del valor del trabajo de los compañeros, sobre todo maestros y preceptores. Y en función de esa discusión, el resto de las relaciones se altera.