Universidad y Políticas de Estado: aportes del Dr.Rinesi, el Profesor Oteiza y el Dr. Sanllorenti en la jornada organizada por CONADU

  En el marco de la realización del ciclo de debates «LA UNIVERSIDAD PÚBLICA: POLÍTICAS DE ESTADO PARA UNA TRANSFORMACIÓN NECESARIA. Hacia una nueva Ley de Educación Superior, organizadas por el Instituto de Estudios y Capacitación (IEC) de CONADU, y cuyo eje central en la jornada organizada en la Facultad de Ingeniería de la UBA fue «UNIVERSIDAD, INVESTIGACIÓN y POLÍTICAS DE ESTADO», fueron invitados a participar en el segundo panel el Dr. Eduardo Rinesi, Director del Instituto de Desarrollo Humano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, el Profesor Honorario de la UBA, Enrique Oteiza, y el Dr. Pedro Sanllorenti, Director del Instituto de Capacitación de CONADU.  


  Esta segunda instancia de debate, que fue coordinado por la Dra. Marina Versino investigadora y docente de la Universidad Nacional de La Plata, dio comienzo con la exposición del Dr. Eduardo Rinesi que hizo referencia a los principales problemas, y a la vez desafíos, que se presentan en esta etapa política que viven el país en los que puso de relieve dos cuestiones: la primera «una cierta distorsión, o alejamiento de la actividad universitaria de lo que me parece que tiene de más democratizante y de más propio, que es la formación de nuevas generaciones de estudiantes y la promoción de nuevas camadas de estudiantes universitarios de mejor calidad, y veo un riesgo cierto de distorsión de la función de la universidad en virtud de la aplicación de ciertas políticas bien intencionadas, y bien orientadas, pero que corren el riesgo de producir efectos contraproducentes. Y para ponerme aún más catastrofista, advierto un cierto riesgo de vaciamiento de ciertas zonas, ciertas áreas, ciertas actividades en la vida universitaria, en virtud de estas a aplicación de estas mismas políticas que en un sentido general encuentro razonablemente limitadas, pero insisto considerablemente incompletas como para producir efectos más saludables».

 

   En ese sentido señaló la presencia de dos cuestiones en materia de políticas de estado hacia las Universidades Nacionales  sobre las que es necesario pensar: «Una es la fuerte orientación (saludada por Rinesi) que las políticas públicas en materia de investigación están dando a la articulación entre la investigación y la formación de posgrado. Las políticas de becas, las orientaciones de los financiamientos, están tendiendo en esta última parte a articular la investigación con la política de formación de posgrados. Hay aquí un problema, o un riesgo, porque se hace sobre la base de un conjunto de supuestos que yo calificaría, al menos, de fetichista. A la idea fetichista de que el número de masters, doctores o posdoctores con los que cuenta un país, en relación a la población económicamente activa dice algo. A mí me parece que es falso y que puede llevar a equivocaciones de políticas de financiamiento y de políticas universitarias importante.

 

   Para reafirmar esa posición Rinesi se refirió a un documento público en el que se destaca como un  modelo a seguir el problema que el Director del Instituto de Desarrollo Humano de la UNGS plantea: «Creo que muchos hemos leído, u ojeado, un documento que circuló hace algunos años que orienta la política del actual gobierno nacional que comenzaba con una constatación que era que a un conjunto de países muy ricos y que les iba económicamente muy bien, Japón, Alemania, Inglaterra, eran países que tenían un cierto porcentaje de la población económicamente activa de doctores y posdoctores, entonces decía que pacía razonable que la argentina tratara de llegar a un porcentaje semejante porque eso parecía auspicioso. A mi me parece un disparate considerable porque esa idea cuantitativista organiza de hecho la orientación de las políticas públicas en función de los masters y doctores, que tienden a favorecer cada vez más a formaciones rápidas, muy eficientistas, formaciones muy vertiginosas. El mismo documento mencionaba que un obstáculo que tenía la argentina para promover una cantidad de master, doctores y posdoctores, era que no tenía en aquel momento una cantidad suficiente de master, doctores y posdoctores para que fueran directores o tutores de los master, doctores y posdoctores del futuro, con lo cual teníamos un problema que era producir los masters doctores y posdoctres que deberían formar a los master… ello llegó a algo que todos estamos protagonizando en nuestras universidades y es que llegamos a una especie de locura carrerista en materia de master, doctores y posdoctores con su correlato de recomendaciones cada vez más vigorosas de los secretarios de posgrados de las universidades y facultades de que en las tesis no hay que demorarse tanto… lo cual es de un gravedad extraordinaria, me parece que corre el riesgo de que los títulos de master, doctores y posdoctores empiecen a decir cada vez menos».

 

  Según Rinesi ello implica «nada relevante en términos de calidad de estudios, o de relevancia de las investigaciones, o de pertinencia social, política, productiva o académica. Y produce un efecto muy desfavorable respecto a la orientación de los estudios de grado de los cuales crecientemente tienden a huir, como de la peste, los jóvenes profesores que han obtenido su título de master o de doctores, de 24, 25, 26 o 27 años, muchas veces sin haber hecho ninguna actividad laboral en su vida previa porque han saltado ágilmente de beca en beca, y a los 27 años deciden que ellos están para dar clases en el doctorado, y sin haber pasado por la experiencia sumamente formativa de haber dado clases en el grado, se ponen a dar clases en los posgrados que también formaran a los futuros doctores con lo cual los viejos y queridos estudios de grado se van convirtiendo en una especie de premio consuelo. Pero me parece que es en la carrera de grado donde se pone de manifiesto lo que las universidades tienen de más masivo y de más democratizante, y que es donde se juega la calidad y el desafío más importante de la Universidad Pública».

 

  Rinesi concluye que ve «políticas públicas en materia de investigación bien orientadas, pero que en el contexto actual universitario fuertemente marcado por la cultura mercantilista, privatista, neoliberal, inscriptas en nuestra mentes durante los años 90, corre el riesgo de producir resultados catastróficos».

 

  Tras la exposición de Rinesi, le tocó el turno al Profesor Oteiza quien señaló en su intervención que «hay una necesidad imperiosa de encaminar los recursos del estado y las políticas públicas, y todo el esfuerzo, y la capacidad política que se logre juntar para ello, en la dirección de un modelo alternativo al heredado de la dictadura militar y que se profundizó en el período de Menem, y que todavía impregnas las acciones del estado nación».

 

   Luego de desarrollar una síntesis de la experiencia argentina sobre el desarrollo de la investigación, aseguró que «es responsabilidad de todos nosotros pasar a formular y desarrollar políticas públicas de mediano y largo plazo, y reformas del estado, que hagan posible la aplicación de un modelo alternativo con una mirada que permita el cambio de cultura política que necesitamos para que esa mirada se abra camino. Con mis compañeros, con los cuales soy colega y amigo, que vienen de las humanidades, de la Facultad de Filosofía y Letras, y de Ciencias Sociales es difícil hablar del problema de ciencia y tecnología porque el país perdió su capacidad, profundizó su analfabetismo científico y su falta de cultura respecto a la tecnología,  prevalece una cultura muy generalizada similar a la que puede tener un chico de diez años de querer construir un avión en el fondo de su casa. En nuestra militancia política aprendimos que además de la voluntad política hay que ser capaces de formular políticas de estado y que tiene que haber dirigentes que puedan sostenerlas a lo largo de los períodos gubernamentales. Porque si no resulta que está la voluntad, están las políticas y no está la capacidad para llevarla adelante».

 

   Con la conclusión de la exposición del Profesor Oteiza, intervino en el desarrollo de la jornada el Dr. Pedro Sanllorenti, Director del Instituto de Estudios e Investigación de CONADU, quien señaló como punto de partida que la comunidad universitaria «ha depositado esperanzas en la futura Ley de Educación Superior» y que «muchas de las cuestiones que fueron mencionadas durante el encuentro deben ser cambiadas más desde el lugar en el que trabajamos, que es el interior de las universidades, que de una ley. Pues por el hecho de que en una ley se digan muchas cuestiones no implican necesariamente que vaya a haber algún cambio».

 

   En ese marco Sanllorenti explicó que «el modelo científico tecnológico con el cual trabajamos, en su conformación actual tuvo un grado de desarrollo proveniente de la posguerra de la Segunda Guerra Mundial, y en gran medida comandado por la potencia ganadora de esa guerra que genera una serie de condiciones para que ese sistema se desarrolle a escala mundial. Ese sistema se caracteriza por un lado en que se basa en juicios de pares, juicios de pares que generalmente son réferis, referatos en revistas internacionales, o evaluadores del sistema científico tecnológico y la consecuencia de ello son las publicaciones periódicas que suponen, o presuponen, que una vez que determinados pares evalúan la producción científica este conocimiento vale la pena ser puesto a disposición del resto de la comunidad. Esto es en teoría porque no es tan fácil acceder a este conocimiento y no es tan fácil aprovecharlo».

 

   El desarrollo de este modelo fue lo que permitió la creación de la «cientometría» que es el sistema de medición de la producción científica basado en el conteo, de diversas maneras, de la producción científicas a través de esas publicaciones periódicas y este sistema se constituye a su vez en el sistema de acreditación y de evaluación de los profesionales, investigadores y el ingreso a determinadas categorías. En realidad el conocimiento que se genera en ese esquema no es fácilmente aprovechable, porque si bien es un conocimiento de punta, quienes pueden traducirlo en una base de desarrollo real deben tener la capacidad para hacerlo. Pero desde la posguerra ese conocimiento es aprovechado por las empresas multinacionales».

 

   En tal sentido Sanllorenti destacó que ese conocimiento que se produce «por lo general está bastante alejado de las problemáticas nacionales, y problemáticas nacionales, regionales y problemáticas sociales, que muchos creemos deberían ser emprendidas y comprendidas por los investigadores de nuestras universidades nacionales».

 

 

 Secretaría de Prensa CONADU