«Tenemos que repensar y fortalecer el papel contracultural que tenemos como educadores en el debate social y político»

El 01 y 02 de noviembre, la Red de Trabajadoras de la Educación de América Latina, perteneciente a la IEAL, organizó en CONADU la Reunión Nacional Argentina con el objetivo de facilitar el espacio para el análisis, discusión y elaboración de estrategias sindicales que permitan una mayor participación de las trabajadoras en los sindicatos de la educación de nuestro país. En ese marco, Eleonor Faur, socióloga especialista en Género y Derechos Humanos, brindó una exposición sobre la igualdad y la diferencia, y el género como concepto e idea analítica.

Faur abrió el debate marcando el lugar común de pensar que género equivale a mujer, cuando en realidad el género no es una idea biológica o esencial sino que se refiere a la construcción social y cultural que se organiza a partir de la diferencia sexual. Es decir, lo invariable, al menos al momento del nacimiento, es la diferencia sexual y a partir de esa diferencia se empiezan a construir, sistemática e históricamente, un vasto conjunto de significados, de valores, de relaciones sociales y de construcción de subjetividades. En esa enorme construcción de significados, las instituciones hacen parte.

Así, el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, que son relaciones de poder, y en cada esfera de análisis el elemento de género no es algo escindido sino constituyente desde su mismo origen. Además, la cuestión de género involucra una esfera individual y subjetiva y, al mismo tiempo, una esfera social. Es decir, abarca subjetividades, pero también se expresa en una esfera social, de relaciones de trabajo, de producción, en la esfera pública y en la privada indicando quién hace qué y denotando una relación de poder en la distribución de los recursos y en las jerarquías.

Para Faur, el entender al género como la construcción social y cultural que se organiza a partir de la diferencia sexual permite pensar también a los varones como parte de las relaciones sociales de género y, por ende, qué sucede con las masculinidades: “La masculinidad no está al borde ni al margen de cómo se constituyen las prácticas de género, pero como naturalizamos tanto la idea del varón como sujeto universal parece que las mujeres somos los únicos sujetos culturalizados y no es así”, expresó.

Los arreglos institucionales, económicos y políticos tampoco son ajenos a cómo se constituyen las masculinidades en los diferentes contextos histórico-políticos. Como ejemplo, la penalista recordó cuando la ley reconocía al varón como aquel que tenía la real patria potestad sobre sus hijos produciendo y reproduciendo un cierto sentido de la masculinidad. “La enorme brecha salarial que todavía existe entre varones y mujeres también constituye arreglos de masculinidades, donde la provisión del hogar por parte de los varones pareciera ser parte intocable del imaginario… aunque en muchos casos las mujeres somos jefas de hogar o aportamos buena parte de los recursos planteó Faur que ubica la salida de la mano de los procesos políticos—. La acción política es la que permite transformar los sentidos”.

Para la socióloga, otro punto importante es entender la igualdad y la igualación como homologación de derechos entre partes discernibles y diferentes: “Los derechos necesariamente nos traen la idea de equiparación de distintos sujetos bajo un mismo parámetro. Somos todos distintos, pero el piso de dignidad es igual y desde ahí construimos. Y toda diferencia que conlleve jerarquías es una mala diferencia”.

Sobre el final, Eleonor Faur compartió con el público su entusiasmo por el interesante camino de transformación institucional que atraviesa nuestro país: “Me refiero en primer lugar a la Ley de Educación Sexual Integral, que es una revolución en el sistema educativo y permite trabajar la cuestión de género, de derechos humanos, de sexualidad e integrar valores y normas. Todavía estamos en el principio del camino, pero ya es ley y es un derecho y esto no es un juego de palabras. Las transformaciones institucionales que venimos atravesando en la Argentina en el campo de la educación nos desafían y nos traen nuevos roles pedagógicos y políticos a los y las docentes, por eso creo que tenemos que repensar y fortalecer el papel contracultural que tenemos como educadores en el debate social y político”.