Sobre el rol de la CONEAU, por Carlos De Feo

«El rol de la CONEAU en el ojo de la tormenta», fue el título con que la nota escrita por el Secretario General de CONADU, Carlos De Feo, fue publicada en el diario de distribución gratuita El Argentino en su edición del 4 de julio de 2011. Aquí, el texto completo.

La CONEAU fue objeto de intensas polémicas desde el momento de su creación. El contexto lo explica: la institución de los dispositivos de evaluación y acreditación fue parte del arsenal de la reforma neoliberal impulsada en la década del ’90. En una situación de recorte del presupuesto público, de apertura al financiamiento externo y de estímulo a la creación de instituciones privadas, la CONEAU amenazaba ser el organismo asegurador de la “calidad” de una oferta de mercado.

Sin embargo, aunque la lógica mercantil logró parcialmente penetrar la actividad académica la CONEAU no fue exactamente lo que pretendían los organismos financieros internacionales. En parte, debido a que las propias universidades no permanecieron ajenas a su diseño y actuación: en la implementación negociada de estas reformas, la intervención de múltiples actores con intereses diversos produjo modificaciones y reapropiaciones significativas. Vistos los resultados, la acción de la CONEAU operó como un factor limitante de la expansión del sector privado, antes que como una traba para el crecimiento del sector público.

Con el correr del tiempo, prácticamente la totalidad de las instituciones se adecuaron a esta exigencia. Y, aún cuando los debates continúan, hay un amplio consenso en cuanto a la necesidad de que exista un organismo público que desempeñe esas funciones. El proceso de evaluación y acreditación, cuyos criterios y mecanismos tendrían que reconsiderarse, debe concebirse en el marco de una política integral para las universidades, como orientador de acciones que permitan subsanar déficits en el funcionamiento de las instituciones y/o sus carreras, de acuerdo con objetivos que apunten a lograr un desarrollo más equilibrado del sistema, y a fortalecer aquellas áreas que se definan como prioritarias.

La discusión sobre la CONEAU debe ser parte de un debate más consistente en torno a los lineamientos de una política de estado para las universidades. Pero es un error rechazar la evaluación de parte de un organismo público planteando que ello lesiona la autonomía, o que conduce necesariamente a la privatización de la universidad. Sostener, sin más, que la universidad pública no puede ser evaluada, es en realidad otra forma de privatización de lo público. Animadas por intereses corporativos, o cabalgando sobre un vacío consignismo, estas posiciones terminan bloqueando la discusión que nos debemos.