«Hoy los países de América Latina tenemos que seguir construyendo causas comunes». Por Mario Toer y Federico Montero

Federico Montero, Secretario de Prensa de CONADU y Gremial de FEDUBA, y Mario Toer, Secretario Adjunto de FEDUBA, entrevistaron a Ernesto Agazzi, Senador uruguayo y candidato a Presidente del Frente Amplio en las próximas elecciones internas del 27 de mayo. Ingeniero Agrónomo y docente de la Universidad de la República, Agazzi es un dirigente histórico del MLN-Tupamaros, del Movimiento de Participación Popular y del Frente Amplio. En esta entrevista, realizada en Montevideo, analiza el surgimiento y desarrollo del Frente Amplio y los desafíos inherentes a la gestión de gobierno -que, explica, atraviesan debates internos al interior de la fuerza. También reflexiona sobre la relación entre Argentina y Uruguay en el marco de la crisis internacional y destaca la importancia político-histórica del proceso de integración regional latinoamericano.

– Dentro de las experiencias de la izquierda Latinoamericano, el Frente Amplio del Uruguay es singular y hasta un modelo que se ha intentado replicar ¿Cómo se explica su surgimiento y desarrollo?

– Considero importante destacar que nosotros tuvimos un proceso de acumulación de fuerza política muy fuerte en la década del ´60. También hay que señalar que, desde un país que tenía la característica de ser muy republicano, muy puro -incluso se decía que Uruguay era la Suiza de América Latina-, tuvimos un proceso de degradación económica social muy fuerte una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. Esto, en nuestro país, significó: en lo económico, una gran pérdida de los derechos de los trabajadores; en lo social, una gran postergación de los sectores populares; y en lo político, el comienzo de prácticas dictatoriales -a partir de presidentes electos en elecciones. Ocurrió que, en la década del ´60, presidentes que salían de elecciones, después gobernaban por decreto, del mismo modo que si fueran dictadores. Lo que aquí se llaman en la Constitución “Medidas Prontas de Seguridad” -que es una herramienta que le permite al presidente tomar medidas direccionales más allá del sistema político- empezaron a utilizarse de un modo abusivo. A causa de esto, se genera una confrontación muy grande que por sus características en Uruguay llevó a que se desarrolle una gran organización en los sectores más afectados. En este sentido, lo primero que pasó tiene que ver con algo inédito en Latinoamérica: se formó un Congreso del Pueblo -tal como los denominó la Central de Trabajadores- en el que participó todo el mundo, las federaciones de estudiantes, las organizaciones sociales, los sindicatos, etc. Esto fue muy importante y desembocó en un programa de defensa de los intereses sociales y populares. Por otra parte, también se formó, por iniciativa de los estudiantes universitarios, un Congreso de Defensa de las Libertades. Con estos ejemplos, doy cuenta de que hubo muchas formas de resistir una política muy intransigente por parte del gobierno, en su intento de arreglar la crisis a palos, una cosa bastante común en América Latina. Esto, a su vez, coincidía con el papel protagónico de las embajadas de EE.UU y la organización de sindicatos amarillos por parte de la derecha.

Todo esto tuvo una coagulación política en la formación del Frente Amplio y, en este sentido, considero que no se puede entender la formación del Frente Amplio sin entender al proceso social previo. Por eso a mí me causa gracia cuando en otros países crean frentes amplios de la nada -tal como ocurre con el Frente Amplio Progresista de Argentina, que tiene el nombre pero no surge de un proceso de acumulación similar. Por eso me parece importante señalar esto, porque muchas veces se habla del Frente Amplio, de esta gloriosa bandera artiguista que hemos construido, pero hay que entender las circunstancias y el proceso previo que conduce a esta forma de hacer política. La política no existe en el aire, es una consecuencia de muchos procesos que se sintetizan en esa formación.

Después, vino la dictadura, que a nosotros nos dio palo como a nadie. La misma fue para fortalecer la derecha e impulsar una nueva etapa en Latinoamérica de dominio capitalista. Esto, por supuesto, derivó en la perdida de poder de los trabajadores. Esta es una historia conocida y compartida con los países hermanos que también sufrieron dictaduras que fueron todas teledirigidas desde Washington -incluso esto ahora se sabe y salieron documentos que ningún derechista puede negar. Son cosas que se van develando y ya no pueden negar que hubo torturados y desaparecidos.  Pero hubo una diferencia con respecto, por ejemplo, a lo que ocurrió en Argentina. Aquí, los militares incluso hicieron un plebiscito para reformar la Constitución. En ese sentido, nosotros no tuvimos a un Videla, aquí la dictadura fue dirigida por un Consejo de militares. Por eso, fue una dictadura que tiene que ser entendida también con las características de este pequeño país, desde el punto de vista económico, social y, sobre todo, político. Entonces, los militares no aguantaban mas. Toda la organización social y popular y todo esto, junto con la clandestinidad y la lucha contra el propio plebiscito que armaron ellos, permitió organizarnos. Así llegamos a que hubieran elecciones abiertas con la participación de los partidos proscriptos. Es ahí, que el Frente Amplio empezó a revitalizarse, porque atravesamos la clandestinidad, el exilio, todos nosotros siempre estuvimos conectados. Luego, cuando en 1985 se recuperó la democracia se comenzó a fortalecer el espacio, aun cuando el miedo y la impunidad seguía por un fenómeno de arrastre. Los jóvenes que habían ido a la escuela durante la dictadura no se animaban a hablar en público por bastante tiempo. En este contexto, a partir de 1985 el Frente Amplio tuvo un crecimiento que parecía darse de un modo automático y que luego de muchos años nos permite llegar al gobierno.

– Quizás uno de los aspectos salientes del Frente es la capacidad que ha tenido para poder encontrar y procesar articulaciones en una diversidad significativa, manteniendo la unidad de acción, lo que se diferencia de otras experiencias de izquierda como en Argentina. ¿Cuáles fueron las claves para esta confluencia?

– Ese proceso social que mencioné de los ´60 fue muy importante, pero también en ese momento, el Partido Comunista nuestro tuvo una política diferente al Partido Comunista de Argentina, en el que se burocratizó una dirigencia estalinista muy separada del movimiento popular. El PCU fue entonces un partido muy flexible, tuvo dirigentes que tuvieron todo muy claro. Además, tenían una fuerte inserción en la base social sindical del país y jugaron un rol importante al no cerrarse como partido. Es así como se abrieron a una experiencia de cohabitación. Por nuestra parte, los tupamaros veníamos de una experiencia de lucha armada en los años ´60 y supimos entender las razones de nuestra derrota. Lo analizamos bien y decidimos apostar al trabajo de masas y no depositar una confianza estratégica en la dirección de una organización política. Se tenia que ir junto con la participación del pueblo y nutriéndonos de eso. Por su parte, el Partido Demócrata Cristiano fue un partido que estuvo muy influenciado por la teología de la liberación, no tiene nada que ver con el Partido Demócrata Cristiano chileno, es más parecido a los cristianos brasileños. Así, todo esto permite explicar cómo en cada una de las ramas ideológicas que componen el movimiento popular hubo una confluencia y una dirección de confluencia que se sumó, además, a una movilización del pueblo. Considero que el hecho de que se pueda mantener una fuerza política plural en las condiciones de Uruguay tiene que ver con que cada uno de los que integramos esta fuerza estamos convencidos de que esa pluralidad es necesaria y conveniente. Alprincipiolo que decíamos los dirigentes era que la unidad de las distintas vertientes era necesaria porque cada uno de nosotros era muy chico como para hacer algo. En la marcha, las direcciones fueron aprendiendo no solo que era necesario porque eran chicos, sino que, además, era conveniente para ir sumando en una estrategia con grupos distintos pero que tenían que apuntar a la defensa de los intereses populares. Si se quiere, este es un quiebre muy importante.

– Promediando ya el segundo mandato del Frente Amplio, ¿qué puede decirnos sobre los cambios que implica para una fuerza de izquierda pasar de la resistencia al gobierno?

– Al ingresar una fuerza de izquierda al gobierno se desencadena un proceso complejo que marca un cambio de época. Todas las demandas de la sociedad -que antes le echábamos en la cabeza al gobierno- ahora nos encuentran ante la responsabilidad de hacerles frente desde el gobierno. Y, para un gobierno de izquierda, también genera desgaste tener que enfrentar diversos problemas de distinta naturaleza: una cosa es una calle con pozos y otra cuestión es la posibilidad de mejorar la relación entre los patrones y los trabajadores que no se puede cambiar porque estamos en un sistema capitalista. Es decir, nos encontramos ante problemas frente a los cuales un gobierno de izquierda puede dar cuenta solucionándolas y otros que son estructurales y requieren un proceso de acumulación de fuerzas de más tiempo. Y frente a este desafío, es fundamental la organización de base y la participación de los ciudadanos.

En este contexto, nosotros subestimamos un poco la importancia de ese gran partido político que forman los medios de comunicación. Ellos marcan agenda, forman opinión y siguen obedeciendo a los sectores concentrados del capital en nuestro país. Si el gobierno de izquierda toma medidas que no tocan mayormente los intereses de la oligarquía se puede ir lo más bien, pero cuando se tocan sus intereses, saltan todos.Esto es lo que estáempezando a pasar.El primer gobierno del Frente Amplio fue muy bueno en el sentido de recuperar la acción del Estado para los propios intereses públicos -porque antes gobernaban las empresas y los empresarios- y en empezar a corregir los aspectos más negativos de los gobiernos anteriores. Este primer gobierno tuvo un gran trabajo para enfrentar los problemas de la pobreza y la indigencia a través de políticas redistributivas. Lo primero que hicimos fue una reforma tributaria, una cuestión muy importante porque es la herramienta que te permite hacer política. Somos conscientes de que la tributación tiene un tope, es una herramienta limitada, pero es muy importante porque permite un mejor manejo del presupuesto nacional. Así que aunque los economistas digan que la gran herramienta de redistribución de la riqueza nunca pueden ser los impuestos, yo pienso que desde que asumimos la reforma tributaria fue una clave para que mucha gente pudiera comer, tener un mejor ingreso y mejorar esa situación de indigencia. En Uruguay es notorio el efecto que ha tenido, lo prueban las estadísticas e indicadores sociales. Por otra parte, ahora contamos con mayor y mejor información. Esto, en un país con poca población, permite mejorar la implementación de políticas focalizadas. Por ejemplo, para las 16.000 familias excluidas en el Uruguay, ahora vamos a hacer algo muy original: a partir de un sistema de información serio podemos eximir totalmente del pago del IVA a la población con menores recursos -cerca de 200.000 personas- a través de la implementación de una tarjeta magnética en donde se devuelve ese monto. Teníamos la promesa electoral de reducir el IVA en un 2%, pero a partir de la discusión política -y analizando como se modificaría la recaudación- se acordó que no íbamos a hacerlo de esa forma, sino que íbamos a hacer una rebaja diferencial e íbamos a bajar más a los que tienen menos ingresos e íbamos a bajar menos a los que tienen más. Esto viene a cuenta de la importancia de poder contar con instrumentos de política diferencial. Conozco el problema agrario en Argentina y creo que fue un efecto claro de no contar con políticas diferenciales. En las condiciones de nuestros países, cuando hay desigualdades tan grandes al interior del país, hay que ser ingenioso para encontrar maneras de tratar distinto a los que son distintos. Creo que es un gran error tratar a todos por igual, hasta se puede terminar afectando más a los sectores sociales que se quiere ayudar.

Por otro lado, en nuestro caso como fuerza de izquierda, creo que hemos tenido poca capacidad política de hacer sentir todas estas medidas en la calle y esto hace que quedemos muy jugados a la eficiencia del gobierno. Uno puede tomar una medida racionalmente a través de una discusión, pero los militantes nuestros que están en la calle, que están en los barrios, tienen que saber esto para que también sea producto de la movilización popular. Esto es lo que se ha logrado en Argentina, una mayor movilización de los sectores populares. Nosotros quedamos muy dependientes de la eficiencia del gobierno para hacer justicia.

– ¿Cuáles son las discusiones sobre lo que viene para Uruguay y para la región y en qué medida estas discusiones atraviesan las elecciones internas del Frente Amplio?

– Bueno, luego vienen cuestiones más estructurales y de fondo. Pero para eso se requiere que la gente esté organizada. Por eso es tan importante para nosotros la discusión que dimos en el Frente Amplio después de las últimas elecciones. Mujica ganó, pero lo hizo en balotaje; y luego de haber implementado todas las políticas que se adoptaron en Uruguay, era para tener un porcentaje más grande de votos. Si biensancionamos38 leyes laborales, muchos trabajadores -incluyendo a algunos sindicalistas- no las conocen. Esto es así porque el movimiento sindical no fue actor de esa lucha, fue receptor de ese beneficio. De allí la necesidad que tenemos de una profunda discusión política al interior de la fuerza, creemos que un gobierno popular no gobierna para el pueblo, tiene que gobernar con el pueblo y va a ir a la velocidad que el pueblo vaya con ciertas cosas. Como resultado de este debate, aprobamos un documento nuevo de estrategia donde incorporamos todas estas cuestiones. Así es como llegamos a un momento de renovación y movilización en el que vamos a elegir a un nuevo presidente del Frente Amplio en el marco de elecciones internas democráticas, en las que cada uno tendrá la posibilidad de elegir libremente -se puede elegir a un partido en un departamento y a otro para presidente.

Respecto de lo regional, considero que hay un quiebre que se esta dando en Latinoamérica sobre cómo construir una sociedad distinta, ¿Cómo va a ser el socialismo latinoamericano? Hay algunos que piensan que hay que fundar un Partido Socialista y, a partir de la visión lúcida del partido, se va a conducir ese proceso. Frente a esta idea, hay otros que pensamos que ese socialismo hay que construirlo a partir de la diversidad ideológica, social y cultural que tienen nuestros pueblos y que tiene que avanzar coordinando, articulando y definiendo ideas que las masas sientan como propias y que las impulsen. Es una vieja discusión dentro de las ideas socialistas: o lo construimos desde arriba o desde abajo. En Uruguay hay una conciencia y un acuerdo no explícito de que hay que construir ese dinamismo a través de la diversidad. Yo creo que eso es clave. Esto nos aproxima, de algún modo, a algunos fenómenos como el PT o el Congreso Nacional Africano y nos aleja de otras expresiones de como la de chavismo, que primero crea el partido y no tiene una fuerte organización abajo. Pero en cada pueblo se dan circunstancias específicas y los compañeros que están en cada lugar tienen que ver como las valoran. Las cosas funcionan en una realidad objetiva y en nuestra realidad nosotros lo pudimos hacer de esta manera. Por eso mi respuesta busca ser profunda, porque la cuestión no solo tiene que ver con cómo se supera lo que nos dejó el neoliberalismo –que, afortunadamente, si uno se para en una esquina ya no consigue ningún adepto. Más que una alternativa al neoliberalismo creo que el desafío es ir apuntando a una sociedad que sea post-capitalista. Hay que ser muy creativo y muy consecuente. Es una tarea que mayoritariamente las organizaciones políticas que integramos el Frente Amplio estamos pensando. Algunos no, pero hay que tener cuidado. Algunos no lo plantean así, dicen que hubo que erradicar la corrupción del gobierno, que hay que erradicar las injusticias sociales, pero no hablan de estas cosas. Pero son compañeros, no son enemigos, y eso lo tenemos bien claro. Estamos cinchando en un carro entre muchos caballos que no son todos iguales. Pero la fuerza pareja de los caballos es esencial, sino nos vamos a quedar escribiendo libros y no trabajando con el pueblo. Por eso tenemos una visión pragmática.

– En esa línea, ¿cómo analiza la perspectiva de los procesos de integración como MERCOSUR o UNASUR?

– Si Uruguay no avanza en ese sentido no tiene perspectiva. Puede sonar pragmático, pero ¿a quién vamos a joder nosotros si somos 3 millones? Hay procesos que pasan afuera de este país que son muy importantes. En realidad, nos vemos a nosotros como parte de un proceso, confluyendo, y para nosotros es importantísimo que haya gobiernos progresistas en esta etapa en todos los países. Hasta ahora los que han tenido más coordinación han sido los gobiernos y no los partidos políticos progresistas o las organizaciones sociales. Tenemos que establecer muchos más vínculos entre los sindicatos, entre nosotros como organizaciones políticas. Esto no se da solo ni por intuición: hay que intercambiar, hay que conocer, hay que pensar juntos. Sería bueno que las experiencias que tenemos en el proceso uruguayo las manejáramos entre todos. Claro que los países son distintos y las realidades diferentes, no se puede copiar la experiencia de un país, pero sí tenerlas en cuenta para entendernos mejor. Por ejemplo, nosotros no tenemos una burguesía nacional, en cambio ustedes en Argentina sí tienen una burguesía desarrollada, han tenido un desarrollo industrial, capitalista. Aquí los sectores oligárquicos, se concentraron en la propiedad de la tierra, la poca industria que hubo y la propiedad del sistema financiero. La fragilidad frente a la globalización es muy distinta si se tiene en un país un desarrollo capitalista a si no se lo tiene. Esas son las cosas que tenemos que pensar juntos, porque que lo que sucede en ocasiones es que nuestros gobiernos se ponen de acuerdo pero cuesta lidiar después con los empresarios.

Es lógico que a Cristina le van a presionar los empresarios de allá, y a ellos los de acá en las luchas o acuerdos que tienen entre ellos debido a contradicción de intereses, eso es absolutamente lógico. Para mantener su tasa de ganancia, les importa un bledo lo que Cristina hable con Mujica; lo que le importa es cuánto ganan, cuánto facturan a fin de mes porque son capitalistas. Entonces, a la vez que se hacen acuerdos entre los gobiernos, cada presidente tiene que manejar los distintos sectores que están en su país en equilibrio para ir llevando políticas en su país. Muchas veces lo que se dice como “el problema” entre Brasil y Uruguay no es un problema entre países, sino un problema entre los empresarios brasileños y uruguayos por los intereses concretos que tienen, unos y otros, que muchas veces están en contradicción.

– Últimamente hemos visto que desde los medios y la oposición se amplifican las dificultades comerciales entre Uruguay y Argentina. ¿Cómo ve esa discusión en relación a un tema que ha estado bastante presente en las agendas políticas y mediáticas?

– Las derechas de nuestros países -la derecha de Menem, Collor de Mello, de Lacalle-, en ocasión de crear el MERCOSUR, quisieron crear un libre mercado. El tratado constitutivo del MERCOSUR era un tratado de libre circulación de mercado. Las derechas nunca quisieron integración; los que quisimos la integración, desde el origen de nuestra historia, fueron las provincias unidas, nunca fue la oligarquía porteña. La oligarquía se quiere aliar con los centros de poder. Hoy sigue pasando esto entonces, por lo menos la derecha uruguaya, cada vez que tenemos una dificultad con un país vecino, atropella contra el país vecino para defender sus intereses y también atropella contra el gobierno de Uruguay para tratar de sacar leña del árbol caído. Porque seguro que hay fábricas que tienen dificultades, hay algunos cientos de trabajadores que tienen que estar en paro, eso ocasiona un malestar social, etc. Nosotros tenemos algunos productos que son solo para vender en Argentina, entonces esa dificultad la gente la siente mucho, es una dificultad social derivada de un desentendimiento económico. Pero estos sectores tratan de utilizar ese hecho para conseguir apoyo político para sus partidos. Esa es una visión cortita. Luego, una visión un poquito mas allá es que en realidad ellos no quieren integración, porque cuando se habla de las inversiones inmobiliarias y el turismo -que mayoritariamente es argentino y en la costa este del Uruguay, la mayor parte de las construcciones es históricamente de empresarios argentinos- ellos no dicen nada, y entonces sacan la cuenta de la relación comercial, de cuánto vendieron y compraron este mes. No tienen en cuenta cuándo vienen los turistas argentinos, cuánto gastan ni cuánto hay de inversión inmobiliaria, que es importantísima. En ese sentido, nosotros tenemos una lucha con estos sectores. Para mi la explicación es que eso se debe a que las políticas económicas que estamos llevando adelante En Argentina y Uruguay son distintas también por la realidad que tenemos en los distintos países. Eso lleva a que Argentina tenga que hacer medidas de proteccionismo industrial para proteger su industria, y eso afecta algunas industrias que se han desarrollado acá para exportar a Argentina. En realidad, la política de protección industrial de Argentina es fundamentalmente con China, por la competitividad que China está teniendo en el mundo y no con Uruguay. Del conjunto de los problemas industriales que tiene Argentina yo creo que Uruguay representa solo una parte pequeña. Eso hace necesario el diálogo entre las autoridades de Argentina, las de Uruguay y de Brasil, para ver si podemos tomar medidas regionales. Ese es un desafío a incorporar. Por ejemplo, nosotros ahora estamos trabajando en el tema de extranjerización de la tierra. No es lo mismo que venga un inversor alemán o norteamericano o un argentino a comprar tierra acá, sin embargo, las leyes no diferencian eso. Nosotros lo vamos a diferenciar, porque en realidad tenemos que generar reglas de juego diferentes para los ciudadanos de nuestra región, de nuestros países, respecto del resto del mundo. Son temas nuevos que se están incorporando. Cuando ustedes trataron en el Congreso el tema de limitar la propiedad de la tierra extranjera, trataron como “extranjero” a todo aquel que vive mas allá de los limites de la nación.

– ¿Cuál cree usted que es el aporte, en su diversidad, del proceso político latinoamericano en la construcción de ideas alternativas frente al neoliberalismo, que sigue siendo hegemónico en el mundo, incluso también como balance también de las experiencias que hoy en Europa están estancadas?

– Quizá lo que le tendríamos que decir todos juntos a los europeos es que miren lo que nos pasó. Porque en realidad lo que ahora los organismos internacionales les están exigiendo como recomendación a ellos son las cosas que nos exigieron a nosotros hace 20 años y que no dieron resultado. Es delicado este tema porque probablemente Latinoamérica esté jugando un papel en el mundo mucho mas allá de Latinoamérica y nosotros no nos damos cuenta de eso. Estamos analizando los problemas, tomando decisiones e implementando políticas de una manera que es muy interesante que ellos la analicen. ¿Por qué seguimos creciendo? Por que no estamos expuestos a la presión de los mecanismos de concentración financiera como sí lo están en Estados Unidos y en Europa. Hemos tomado medidas de regulación importante, y de allí la diferencia en las consecuencias de las distintas crisis del sistema. Porque el sistema capitalista va a tener estas crisis, eso es así: cada tanto va a venir una crisis porque el sistema tiene contradicciones intrínsecas que lo llevan a producirlas. Ahora bien, el modo en que sufrimos esas crisis en las distintas partes del mundo depende mucho de las decisiones que se tomen, y en este momento la concentración financiera es tan impresionante – contra lo que se cree, no es que se hagan rápido por Internet, el problema es el volumen- que si los que controlan esas concentraciones financieras se plantean seguir concentrando riqueza y poder pueden armar un gran lío. Sabemos que unido a la riqueza, va el poder político. Estos son temas de fondo, muy importantes. Algunos compañeros dicen “Pero lo que pasa es que nos estamos reprimarizando, estamos exportando puras commodities”, y piensan que el fenómeno ocurre sólo porque China demanda alimentos. Yo creo que nosotros estamos tomando buenas medidas, de algún modo, estamos rompiendo el círculo vicioso de la concentración capitalista aunque no nos demos cuenta. ¿Qué consecuencias van a haber para adelante? Creo que van a ser muy importantes para nosotros y para nuestros países. Nadie sabe cómo va a estar encaminada esta situación del mundo. China creó una empresa propia de analistas de riesgo: el riesgo chino se lo van a medir ellos y están empezando a transar en monedas locales, lo que me parece que son todas medidas que tienden a cortarle el poder que ha tenido la concentración financiera y a jugar un papel en eso. En Latinoamérica, creo que, aparte de las reuniones entre los presidentes sobre la integración general y de la marcha formal del MERCOSUR, hay que tomar medidas de integración productiva, del trabajo y de la investigación, conocernos más, ser parte de una misma nación. Eso es clave porque tendremos muchas más herramientas para enfrentar situaciones complicadas en el futuro. Así como la histórica idea de las Provincias Unidas, durante algún tiempo, fue una idea regional, ahora tenemos que construir causas comunes continentales. Ahora tenemos una idea continental, porque en nuestros días es mucho más fácil integrarnos con las riquezas de energía que tiene el Caribe, o la riqueza biológica-ambiental del Brasil. Centralmente somos una reserva de recursos naturales en el planeta, y eso es importantísimo. Por otro lado, la experiencia social que han tenido nuestros pueblos, quizás muy europeizados pero muy enriquecidos culturalmente, tiene que funcionar en conjunto. Va a dar trabajo y va a llevar mucho tiempo. Pero ahora estamos bastante independizados de las medidas que tomen los norteamericanos. No se si se van a meter con Irán: si se meten allí y están empantanados en Afganistán eso va a ser un lío y los hace atender mucho esos frentes.

Esto a nosotros nos ha dejado más sueltos para poder tomar medidas y decisiones entre nosotros. Que la Cumbre de las Américas haya decidido que la próxima Cubre sea “con Cuba” es clave. Cuando ellos lograron hace tiempo reunir a la OEA en Punta del Este para que fuera “sin Cuba”, todas las naciones decidieron expulsar a Cuba. Fíjense qué cambio de época. Nosotros estamos absolutamente jugados a la integración, dispuestos a tomar las medidas que haya que tomar. Para Uruguay, la lucha que hemos tenido con Buenos Aires siempre fue, como se decía, una lucha de puertos; ahora, si tenemos las condiciones, vamos a hacer un puerto entre todos. La visión que tenemos nosotros es que deberíamos hacer un puerto de agua profunda, de buena cualidad, en buenas condiciones y que lo administremos como Salto Grande, con la participación de las distintas naciones y que lo utilicemos todos. Tenemos que construir causas comunes, y tenemos que estar juntos, porque si nosotros estamos separados los únicos que ganan son los grandes de afuera; antes era Estados Unidos, que en un futuro no sea India o China. El mundo está en una etapa distinta, es complejo, hay una situación internacional nueva y no es pensable que esto se pueda enfrentar sin unidad de los países latinoamericanos. Estamos absolutamente convencidos de eso.

Fuente: Espacio Iniciativa