“El CIDAC incluye prácticas, conocimientos y saberes que se generan en el espacio comunitario”. Entrevista a Cristina Carnevale.

En el Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria (CIDAC), que se inauguró el 4 de abril, se llevan adelante proyectos que involucran a estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA vinculados a la comunidad cercana. Cristina Carnevale, es responsable del área de Cultura, Memoria e Historia. Además, es docente e investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras; y miembro de la Mesa Ejecutiva de FEDUBA.

¿Qué es el CIDAC?
El CIDAC es un centro de formación y desarrollo volcado a la acción comunitaria. Está ubicado en la ex Estación Buenos Aires, en Barracas, y tiene diferentes áreas de trabajo tales como economía social, educación, cultura, memoria, arte, asuntos jurídicos, entre otras. En estas áreas, fundamentalmente, se llevan adelante proyectos que involucran a estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras vinculados, luego, a la comunidad cercana al CIDAC. Este es un proyecto de la Secretaría de Extensión, cuya secretaria Silvana Campanini apoyó permanentemente todas las actividades, hay que señalar que el proyecto está dirigido por el Decano de la facultad, Hugo Trinchero dirige.

¿Qué expectativas tienen para su funcionamiento?
La idea es romper con el viejo esquema asistencialista. Nuestra idea es no solamente llevar servicios desde la Universidad, sino incluir aquellas prácticas, conocimientos y saberes que se generan desde el espacio comunitario. La comunidad de Barracas, La Boca, Parque Patricios, la Villa 21 o el predio de Zavaleta son lugares donde se han desarrollado organizaciones sociales de todo tipo y la universidad viene a vincularse con ellas y con los saberes y actividades propios de la comunidad.

¿Existen experiencias del pasado y el presente vinculadas a este proyecto?
Acá se toma como punto de partida la famosa experiencia de la década del ’60 en la Isla Maciel, relacionada con una universidad de excelencia académica, donde aparece este proyecto que se vuelca hacia lo comunitario. No tuvo un carácter asistencialista sino que estuvo articulado con prácticas comunitarias. Ese viejo proyecto, que después del golpe de Onganía es dejado de lado, tuvo cierta continuidad a través de las actividades ligadas a la Facultad de Psicología, principalmente, en Avellaneda. También hay un proyecto del ’73 de la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires elaborado por Enrique Grinberg que tuvo corta vida, se llamaba Centro Piloto de Investigación Aplicada.
Por otro lado, más vinculadas al presente están las prácticas de extensión iniciadas y promovidas por la UBA, recientemente. El programa Barrios Vulnerables es motorizado por la Secretaría de Extensión que depende directamente del rectorado y que abarca diferentes barrios como Cildañez, Fátima, entre otros. En las universidades del conurbano también hay experiencias interesantes.

¿De qué manera la propuesta de instituciones como el CIDAC reorientan o resignifican el vínculo entre la Universidad y la comunidad?
Por ejemplo, en el área de educación hay dos proyectos que tienen como propósito hacer un trabajo en las escuelas: uno volcado al trabajo infantil que busca relacionarse con la familia con el fin de impulsar la reinserción del niño en la escuela; y otro, trabaja sobre el abandono de la escuela por parte de chicos con problemas habitacionales con el fin de incluirlos. En el caso del área de Cultura, Memoria e Historia (NdeR: coordinada por Carnevale) tomamos el tema del Bicentenario y una actividad como la recopilación de fotografías antiguas del Riachuelo, Barracas y La Boca para comparar los paisajes de ayer y hoy. Esto fue articulado con el área de Medioambiente que viene trabajando sobre el Riachuelo y reuniéndose con organizaciones sociales que están realizando un seguimiento de las cuestiones jurídicas y las políticas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el gobierno nacional. Además de exponer las fotografías se organizó una mesa redonda que incluyó a gente del INADI vinculada a las problemáticas de hábitat y vivienda, en diálogo con vecinos y organizaciones sociales de la zona.

¿Qué otras actividades planificaron desde el área de cultura?
Este año vamos a empezar con la recuperación de la memoria del ferrocarril a través de la tradición oral y talleres para adultos mayores. Hay gente de la zona que aportó testimonios, objetos y fotografías del ferrocarril y que nosotros queremos recuperar pensando en fundar un futuro museo de las culturas populares.
Otro ejemplo son las actividades impulsadas desde el área de economía social, que está desarrollando acciones vinculadas al polo textil; polo creado por el gobierno nacional en la zona. Fueron todas las máquinas recuperadas de los talleres ilegales y ahí hay gente que trabaja y produce en forma de cooperativa.

¿Quisiera destacar algo más?
Me gustaría agregar que el CIDAC se inauguró el 4 de abril luego de un proceso largo en el que se construyó un pequeño edificio con un programa del Ministerio de Trabajo, de capacitación en obra, y se puso mucho esfuerzo personal; en este sentido, hay que destacar el trabajo realizado por Mirtha Lisquetti, Ivanna Petz, Graciela Corbato, Carina Giraudo, Juan Cervera, y también la enorme tarea de quienes coordinan las distintas áreas, y todos los que son parte de esta experiencia. Quiero destacar que el espíritu de trabajo en equipo es lo que hace posible este proyecto, y lo que nos permite vislumbrar a nuestras utopías en el futuro.