Por primera vez, Buenos Aires fue sede de la VIII Conferencia Mundial sobre Enseñanza Superior e Investigación
Es la primera vez que este encuentro mundial organizado por la IE y CONADU se realiza en la Argentina
En un auditorio del Hotel Castelar colmado con delegados de sindicatos docentes de distintas partes del mundo, el martes comenzó en Buenos Aires la VIII Conferencia Mundial sobre Enseñanza Superior e Investigación, organizada por la Internacional de Educacion (IE) y por CONADU, la Federación Nacional de Docentes Universitarios de Argentina.
La apertura estuvo a cargo de Fred van Leeuwen, Secretario General de la IE, Carlos de Feo, Secretario General de CONADU, Hugo Yasky, Secretario General de la CTA y Martin Gill, Secretario de Política Universitaria del Ministerio de Educación Argentino. La mesa estuvo coordinada por Yamile Socolovsky, coordinadora general del IEC-CONADU. Carlos de Feo, secretario General de CONADU dio la bienvenida a las delegaciones de distintas partes del mundo que se hicieron presentes en el Hotel Castelar para dar inicio a la VIII Conferencia Mundial sobre Enseñanza Superior e Investigación. En su intervención destacó la necesidad de «fortalecer el espacio sindical en la discusión sobre las grandes tendencias de la educación superior».
Por su parte, Martín Gill destacó la importancia de la realización del VIII Congreso en Buenos Aires y agradeció a la IE y a CONADU, entidad a la que reconoció el valioso aporte «tanto en el consenso como en el disenso» en la construcción de un nuevo modelo de universidad. En esa línea señaló que si bien el sector de la educación superior en el mundo es diverso y con sus particularidades «existe un punto de partida insoslayable, que es la defensa del carácter público de la educación superior, su naturaleza no transable y la responsabilidad del Estado de garantizarla».
Asimismo, Gill hizo un recorrido por los principales logros del Gobierno Nacional en materia educativa y, en particular, en educación superior, contrastando la situación actual con la de 2001. Así señaló la inversión en presupuesto universitario, el aumento en salarios docentes y no docentes, apertura de nuevas universidades. Señaló que esta prioridad en lo educativo y en la educación superior «esta presente en el presupuesto 2013 que enviamos al Congreso». Por ultimo destacó las políticas de fuerte vinculación de la universidad con las necesidades sociales, el desarrollo productivo con inclusión social y las necesidades territoriales que se llevan adelante desde la SPU.
A su turno, Fred van Leeuwen alertó sobre las amenazas que se ciernen sobre la educación superior en el mundo como resultado de la crisis internacional y sostuvo el carácter estratégico del sector público de la educación superior. «Los intentos por aumentar el financiamiento privado son contraproducentes: la educación es un servicio público que tiene que servir al interés publico, cuando lo orienta el interés privado, los resultados también quedan en la orbita privada» señaló van Leeuwen.
Sobre la situación de los docentes universitarios en la región señaló que «En América Latina, excluyendo Brasil, el 80% de los docentes universitarios tienen contratos temporarios o a termino». En esta línea, destacó que la falta de estabilidad de los docentes conspira contra las posibilidades de garantizar una educación de calidad, sino también contra la propia posibilidad de libertad de cátedra. Ante estos desafíos, resaltó que «la IE debe aumentar su representación en América Latina a partir del fortalecimiento de sus organizaciones de base».
Hugo Yasky recordó la trayectoria de lucha en defensa de lo público de los trabajadores de la educación, y en particular de la educación superior. «Transitamos la etapa de la resistencia a la privatización. En esa lucha fue especialmente importante el rol de los sindicatos de la educación superior, sobre el que los neoliberales pusieron la mira queriendo imitar el modelo chileno».
En contraste, sostuvo que «Hoy podemos dar un debate centrado en el carácter publico de la educación». Ese nuevo escenario plantea nuevos horizontes y desafíos para la lucha, como «la necesidad de terminar con las asimetrías tecnológicas y del conocimiento. Debemos asumir el desafío enorme, en este siglo XXI, sumidos en una gigantesca crisis, de afrontar la redistribución del conocimiento», subrayó.