Lock out agropecuario: entrevista con Jorge Rulli, miembro del “Grupo de Reflexión Rural”
Con una mirada que sobrevuela el fuerte conflicto que durante 20 días mantuvo el Gobierno Nacional con los productores rurales, Jorge Rulli, militante de los primeros núcleos de la Resistencia Peronista, analiza el planteo del campo y traza un panorama sobre el problema de la soja y el monocultivo en nuestro país.
Jorge Rulli es uno de los pocos sobrevivientes de una de las épocas más salientes en la historia de lucha de los movimientos populares de la Argentina. Formado al calor de la Resistencia Peronista, y de su lucha contra la burocracia sindical y el colaboracionismo de las fuerzas políticas que proscribieron al peronismo durante 1955 y 1973, Rulli es hoy un referente ineludible en la pelea contra el avance de la producción de soja y el esquema de monocultivo que pretenden los grupos fuertemente concentrados como Cargill, Los Grobo, Bunge y ADM.
Con el «Grupo de Reflexión Rural», un espacio de discusión organizado «desde mediados de los años noventa, como un grupo de afinidad y un espacio de diálogos y debates multidisciplinarios sobre los impactos del Capitalismo global en nuestras sociedades, plantea la necesidad de desarrollar políticas que permitan revitalizar el papel de la agricultura diversificada, de manera tal que el avance indiscriminado y rentista de la soja no termine por vaciar los ya despoblados pueblos rurales.
En el contexto de la fuerte confrontación que el Gobierno Nacional mantuvo con los productores agrarios, la Secretaría de Prensa de CONADU dialogo con Rulli respecto de su mirada sobre el lock out patronal que duró 21 días y que ahora se encuentra en una tregua.
¿Qué interpretación hace del lock-out de los productores del campo, en el que se han visto involucrados grandes y pequeños productores?
El tema es complejo porque se lo ha dejado crecer, porque ya llevamos muchos años de instalación de un monocultivo que corresponde a la globalización a las nuevas relaciones globales que corresponden al mundo capitalista como es la soja transgénica. La Argentina se ha convertido en un monoproductor de soja, así como otros países producen flores por ejemplo si uno va a Bogotá te encontrás que todo el valle está lleno de flores, se hacen percas de manera masiva, en Chile el salmón, o sea las nuevas situaciones del mundo global le han asignado un rol a cada país. Así como Uruguay va a producir pasta de papel, Brasil produce varias cosas entre ellas pasta de papel, soja…
¿Es decir que, a su entender, estamos ante una situación similar al momento preciso en el que se produce la división internacional del trabajo en el siglo XIX?
Claro pero en un fase superior en la que a cada país se le asigna un rol de una, dos tres producciones, entonces a la Argentina le ha tocado la minería que ocupa el largo de la precordillera, otro es la soja que se instaló en la llanura pampeana y que se va extendiendo hacia el interior del país a mediad que el precio la favorece y después tenemos bosques para papel, que está en función de las empresas papeleras del Uruguay que se instalaron en esa zona porque no se las quiso traer aquí al costado del río y ahora el problema que tienen es político porque no saben como hacer para que todos los bosques instalados en la Argentina puedan asistir a la empresa que está del otro lado del río en la medida en que la gente denuncia todo tipo de colaboración en su lucha contra Botnia.
¿Es engañoso el paro del campo en su pelea con el gobierno por el incremento de las retenciones móviles?
Es una lucha por el poder. El campo en los últimos años, desde que se aprobó el 1995 las primeras sojas transgénicas, estos cultivos han ido creciendo de manera exponencial hasta abarcar unos 16 o 17 millones de hectáreas de monocultivo que usan un solo tipo de agrotóxico, que, además, ha ido desplazando a otros cultivos, han ido corriendo como pasó con el azúcar. Cada vez la Argentina va a tener más problemas para proveerse de alimentos o de otros elementos que disponíamos que cada vez existen menos porque la soja va ocupando cada vez más tierra y se ha ido extendiendo de la zona central a las zonas periféricas, disputando la tierra con otros cultivos y que por razones de precios generan mejores condiciones de competencia en el mercado.
¿El Estado Nacional tiene herramientas para modificar esta situación, para que la producción se diversifique?
Podría tenerlas. Pero este mercado está dirigida por las internacionales globales y la Argentina es un barco de papel en esto y fijate quien es el Secretario de Agricultura, da pena, y esto no es de ahora es de hace muchos años. Entonces ahora resulta muy difícil enfrentar esta crisis. Qué está pasando ahora: al gobierno le resulta incomprensible esta situación y simplemente va aprovechando las ventajas de tener un país monoproductor de soja, subiendo las retenciones, llega un punto en el que da la impresión que ha cruzado un límite y entonces el campo reacciona. El propio cultivo que ellos respaldaron ahora está dispuesto por el poder que tiene, y por el poder que ha acumulado, está dispuesto poner condiciones. Y por incapacidad política del gobierno, que es eminentemente urbano, ha perdido las alianzas que tenía con los sectores del campo como la Federación Agraria y ahora tenemos que Federación agraria, como otros sectores de izquierda, porque hay sectores ligados al Partido Comunista Revolucionario, están envueltos en una situación en la que la que conduce, más que la oligarquía, son las multinacionales. Cómo se separa Buzzi de un frente oligárquico tradicional en el «frente rural» contra lo que puede ser la política urbana de una serie de partidos políticos que es evidente que no entienden lo que está pasando. Cómo hace Buzzi par poner distancia. Yo lo veo con mucha pena. Yo veo que Federación Agraria ha quedado atrapada en un bloque de oposición que no conduce y yo supongo, porque lo conozco a Buzzi, debe estar muy mal en este momento, en la medida que no puede diferenciarse del resto.
¿Es oligarquía existe como tal, o es hoy un concepto histórico?
Hoy ya no existe esa oligarquía, ha cambiado…
¿Es decir que cuando la Sociedad Rural convoca a un lock-out representa a un puñado de familias?
La Sociedad Rural vive del predio de la Sociedad Rural, de negocios inmobiliarios y representa a 3 mil o 4 mil personas. Yo creo que el libro de socios de la entidad está muy inflado y no creo que sean más de 2 mil propietarios, y además hoy no tienen poder y el grueso de la propiedad oligárquica pasó de manos y está en manso de empresas.
¿Y cuáles son las empresas que están haciendo negocio con la soja?
Son los agronegocios. Se ha dado en los últimos diez años un cambio en la propiedad de la tierra enorme. Entonces son empresas que tienen sede en Buenos Aires o en otros países que hacen negocios con la tierra. Lo que era la oligarquía ha perdido el poder político que tenía muchas veces se han quedado con los cascos de las estancia y hacen turismo rural o han vendido las estancia y se han integrado como sectores aristocráticos a comisiones directivas en las que ellos ponen el apellido pero ya no manejan. Ha habido un cambio muy fuerte que se ha dado en la época del «menemismo». Los que están fijando las políticas son grandes empresas que cada vez se hacen más grandes porque se van consolidando unas con otras.
¿Estamos ante un fenómeno de transnacionalización de la tierra?
Sí totalmente. Transnacionalización de la tierra y de transferencia de la oligarquía que va integrándose o va siendo absorbida por un proceso corporativo. Entonces en este momento la oligarquía no le pude poner condiciones a los frigoríficos. Los pocos que producen carne terminan siendo explotados por las empresas de la terminación, que son las empresas que terminan comprando y que son las que faenan. No tiene poder político. Lo que hay es la presencia de otros sectores que deciden. Son sectores urbanos ligados a la exportación. En la medida que la Argentina pierde control de la exportación lo agarran cinco o seis empresas. Tenemos a Cargill, a ADM, Bunge, entro otras. Se trata de empresas que monopolizan la exportación. Ellas contienen la puerta de entrada y salida de los productos y negocian en los mercados internacionales los precios. Entonces gana la parte de león, es decir ellos anticipan los precios en la Secretaría de Agricultura de partidas de granos que todavía no tienen. Esta es una trampa habitual y entonces fijan un precio aunque todavía no tengan los granos. La última suba ha hecho que ganen fortunas, porque mientras están fijando al productor, y ante el estado, precios que no van más allá de los 300 dólares en los mercados internacionales alcanzó casi los 500. Toda esa ganancia se la quedan ellos. El otro tema es que el gobierno aplica retenciones pero no tiene un instrumento propio para la retención. Qué hacen estas empresas: se la traspasan al productor. Esto es profundamente injusto. El productor como sufre el liderazgo político de estos monopolios, y lo acepta por un problema de falta de independencia, éste ha ido soportando esta situación. Pero en este momento cuando el gobierno le aumenta al 40% las retenciones, se subleva. Pero no se subleva contra la empresa exportadora que se lo aplica a él, se subleva contra el gobierno. Fijate que contradicción. Y el problema es que el gobierno no tiene un instrumento para romper el frente de la gente del campo.
¿Entonces son los pequeños productores los que terminan perjudicados en este escenario?
Desde ya porque los pequeños sufren una competencia feroz con los mayores. Porque hoy nadie vive en el campo, por lo menos de la zona central de la Argentina no viven en el campo, viven en la ciudad. Entonces lo que hace es un monocultivo que es la soja, pero cuando tenés 500 hectáreas no tenés capacidad de tener tu propio ornamental, en general se las alquilas a otros. O sea participás de conglomerados de campos en los que por lo general se comparte la maquinaria. El que tiene mucho más campo puede tener su propia maquinaria y ser mucho más independiente, pero si no tenés arriba tuyo otra gente que domina la escala y que son los que la trabajan a la tierra sin ninguna consideración. Pero esto se termina, todo el mundo sabe que aquí hay campo para diez años más y se acabó. Como lo que están ganando es tanto no importa.
¿Y qué va a pasar en el corto plazo. No va a haber más ganado?
Ya no hay. Lo que hay son corrales de engorde que se están instalando al lado de los lugares de embarque, porque el intermediario que compra y vende al exterior, compra el ganado y te aplica el derecho de exportación, o sea que el que lo paga es el productor, cuando el que lo debería pagar es el exportador. Pero acá se ha formado una cadena de complicidades que acepta esto y el estado ha mirado para otro lado. Esto es terriblemente injusto porque el exportador tendría que pagar el 40% y lo paga el productor. El exportador no paga nada y, además, se queda con la ganancia enorme de las diferencias de precios internacionales. Pero además el exportador le compra la carne al productor, o el grano, y hace biocombustibles que es un combustible por el cual el agricultor paga un 40% y convertido en combustible la empresa va a pagar el 20%, con lo cual se quedó con 20 de regalo. Pero además están haciendo al lado de cada silo en el Río Paraná, torres para hacer biocombustible, y con los restos están alimentando inmensos corrales de engorde con lo cual se van a quedar con la tajada del león. El gobierno mira para otro lado y los productores también, entonces prefieren atacar al gobierno antes que atacar a estas empresas multinacionales. Entonces se produce una enorme confusión en la que la gente deja de entender lo que está pasando. Todos somos víctimas de este modelo de escala que ha despoblado el territorio, ha amontonado a la gente en las ciudades y en la miseria y la gente en las ciudades se mantiene con ese 40% que le quieren sacar a los productores con lo cual se reparte comida basura que da el estado y salarios de ayuda que da el estado en una cadena de complicidades de la cual es muy difícil bajarse.
¿Se da como parte de este fenómeno el alquiler de las tierras para que otro sea el que siembra la soja?
Totalmente porque el mayor negocio es no tener tierras sino trabajarlas. El más grande sojero de la Argentina que es Gustavo Grobocopatel, dice que es el más grande sin tierras de la Argentina. El debe estar trabajando 50 mil u 80 mil hectáreas que no son de él. Con lo cual no tiene problemas. El está saqueando la riqueza del suelo de otros. El tiene las maquinarias, los equipos humanos, entonces el hace soja en cualquier lado. Es más libre que el que tiene la tierra que se va a ir quedando sin tierra, sin la fertilidad del suelo.
¿Y cuáles son las tierras que están en peligro?
Algunos expertos del INTA dijeron hace cinco años que no tenemos para más de 10 o 15 años de suelo, pero está hablando de promedio. Es decir el suelo de la provincia de Buenos Aires está siendo dañado pero todavía tenemos mucho resto, pero el suelo del Chaco ya entró en colapso. Pro ejemplo el impenetrable no existe más, ahora hay zonas de dunas de arena que se mueven. Yo estuve hablando con gente que tiene un predio y lo invaden las dunas de arena de lo que era una selva.
¿Esto provoca alteraciones climáticas?
Si claro, pero además el suelo está contaminado por los tóxicos. El herbicida que se usa entre 10 y 12 litros por hectárea, que es una barbaridad, afecta la vida del suelo y pierden capacidad de reponerse. Hay un daño muy profundo al suelo de la Argentina que está entrando en un proceso de rápida desertización pero son los suelos más inestables y lo primero que va a caer son Formosa, Chaco, algunas zonas de Córdoba; la provincia de Buenos Aires tiene suelo para rato, pero aquí todos saben que nos quedamos sin país lo que pasa es que esto da ganancias muy grandes. Vos observas las cantidades de camionetas 4×4 que hay en el interior es impresionante; en algunos circuitos de Córdoba la riqueza es evidente; también es evidente la cantidad de enfermos y también es evidente que toda esa riqueza circula en circuitos ubicados entre las ciudades de Córdoba y que no pueden salir de ahí porque tienen miedo de que los rapten, de que los roben. Son concientes de que viven en una isla de abundancia en medio de un país que se va empobreciendo como consecuencia de la riqueza de ellos. Hemos hablando con mucho sojeros y viven esta tensión, de que son ricos en su zona porque tienen que usar otro tipo de vehículos para salir a Buenos Aires. No pueden usar esas 4×4 maravillosas que valen fortunas las dejan en sus casas y andan en otros autos. Este tipo de vida produce un estrés, inclusive, entre los ricos.
¿Es posible cambiar esta situación?
Si es posible, pero cada vez es más difícil y lo que yo veo es que tenemos una clase política que no entiende de lo rural y que se ha atado a la globalización. Hoy la globalización exige soja, agrocombustibles, minería a cielo abierto y pasta de papel. Estos son los grandes temas: el mundo global demanda de nosotros eso. Los únicos espacios pequeñitos, que se han diferenciado, serían los mercados que se abren en función de la unidad con otros países como Venezuela, pero incluso en las relaciones que hay que considerar entran este mismo tipo de políticas, a tal punto que en los últimos acuerdos con Venezuela entran los productores de pollo que están produciendo 350 mil pollos por día que es una monstruosidad.
¿Hay que considerar las ventajas que otorga la «renta diferencial de la tierra»?
Claro por la riqueza de los suelos y la cercanía de los puertos, entonces la renta diferencial es tremenda pero a costa de la población que se ve obligada a emigrar a las ciudades, en las ciudades no tiene empleo y además sufre enfermedades por las fumigaciones y la contaminación de las napas que producen daños serios en la población. Es muy interesante recorrer los pequeños poblados del interior, en donde en los poblados solamente permanecen las personas vinculadas a la tarea: tractoristas y gente atiende talleres de reposiciones y gente vinculada a la soja y la cantidad de enfermos de cáncer que hay y la cantidad de gente con tumores. Eso es muy notable y es consecuencia de un ambiente profundamente contaminado.
¿Qué cruces tiene en toda esta discusión el concepto de «soberanía alimentaria»?
Esa sería la propuesta que nosotros, como «Grupo de Reflexión Rural», estamos tratando de instalar en la conciencia de la gente, pero realmente nosotros vamos por un camino en el que vamos a ser cada vez más dependientes. Si todavía no se siente suficientemente la carencia de alimentos es porque tenemos sectores muy empobrecidos que tienen muy poco acceso al consumo, pero si la gente empezara a consumir como en otras épocas ya no alcanzaría la comida. Yo creo que uno de los lugares en donde se está viendo más crudamente la ausencia de suficiente producción es en la industria lechera. Si bien los tambos han sufrido una reducción muy grande de animales, porque ha habido una disminución muy grande de tambos, los tambos se han ido achicando porque han ido sacrificando los animales que menos producían, entonces de una manera un poco brutal se ha dado una selección de animales. Tenemos mejores animales que antes pero menos en cantidad y por eso es tan grande la diferencia en producción. Yo creo que en el corto plazo vamos a tener que traer la leche de Uruguay como ya ha pasado. Y si vamos a ser dependientes de otros países evidentemente el proceso de concentración es muy rápido. Y ahora yo creo que lo más preocupante es este conflicto que tenemos. Hubo cierta irresponsabilidad del gobierno porque creyó que tenía la vaca lechera a la que le pude sacar y sacar, y ha seguido aumentando las retenciones sin suficiente consenso del campo. Entonces ahora parece que se rompió el diálogo y los sectores más afines con el gobierno, como Federación Agraria y otros sectores de la izquierda, han quedado de furgón de cola del enfrentamiento en el que ahora ya no va a poder dialogar la presidenta con Buzzi, sino que va a tener que dialogar con gente más jodida o se que hubo un mal manejo político del tema, y no sé como Buzzi quedó a la cola de una situación en la que me parece que lo que quieren es plantear compartir el poder político. No sólo van a querer discutir números, porque han demostrado que quieren paralizar el país. Además es una situación tramposa, porque mientras el senador Urquía es la mano derecha de Cristina, los aliados de Urquía le están paralizando el país, es muy contradictorio. Grobocopatel no está en contra del gobierno, o sea los líderes de la protesta no están en contra del gobierno, entonces es muy difícil de entender lo que está pasando es como que los dueños de la pelota juegan en los dos campos y su gente está paralizando el país. Es muy extraño y no sé que puede pasar cuando se llegue al momento de la negociación es como que los dos bando están mezclados. El campo tiene sus líderes en el campo del gobierno porque Urquía es un hombre de ellos y Grobocopatel también, ni hablar de los exportadores. Los exportadores no están mal con el gobierno porque ellos han permitido que e los pasaran a los pequeños productores, cuando en realidad el espíritu de la ley era que el impuesto lo pagara el exportador, o sea era Cargill el que tenía que pagar el impuesto al gobierno, pero Cargill lo que ha hecho es pasárselo al pequeño productor. El pequeño productor gana igual, pero es injusto. La política no deja de ser injusta porque hay algo que no esta bien, pero tampoco está bien que el pequeño productor no se anime a tirarse contra Cargill, prefiere atacar al gobierno. Esto es una cosa muy antigua ellos no quieren impuestos, no quieren gobierno, ellos quieren se libres y que los gobiernos son todos iguales. ¿En estos momentos quiénes los utilizan? Los utilizan Cargill, ADM, Bunge, los exportadores que están afuera como si no tuvieran nada que ver sin arriesgar nada, cuando son ellos lo que tendrían que pagar los impuestos a las exportaciones.
Secretaría de Prensa CONADU