“Lo del éxito del modelo chileno solamente tiene que ver con indicadores económicos, pero no se dice nada de las consecuencias que ha provocado para la población y para el país»
Carlos Gómez, vicepresidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Académicos de las Universidades Estatales de Chile (FAUECH), participó de la VIII Conferencia Mundial de Educación Superior e Investigación y charló en “CONADU en el medio” sobre la realidad chilena.
– Cristina Pauli (CP): Durante la Conferencia Mundial te hemos estado consultando mucho acerca de la realidad chilena. Nosotros somos países tan cercanos que siempre estamos muy atentos a todo lo que está sucediendo en Chile, específicamente con la educación superior que ha estado siempre en debate y también porque tenemos muchos chilenos estudiando acá.
– Carlos Gómez (CG): La relación chileno-argentina ha sido históricamente bastante fluida, sobre todo en las dimensiones solidarias en los distintos momentos de crisis tanto de un lado como del otro. En lo personal yo tengo un agradecimiento enorme por la solidaridad que recibí en el año 73 cuando llegamos a Buenos Aires después del golpe de estado en Chile. A partir de esa base histórica que compartimos se ha ido dando una ida y venida de personas en distintas circunstancias.
Pero hoy día en la materia específica de educación superior, dada la crisis económica, financiera y de calidad que tenemos en Chile, para nosotros resulta en número importante, más gratificante, más satisfactorio y hasta más barato venir a estudiar a Buenos Aires que hacerlo en cualquier universidad en Chile. Para dar una indicación de montos: nosotros nada más que la matrícula, o sea los derechos básicos de la matrícula, en este rato son alrededor de 60 u 80 mil pesos, es decir entre 100 y 120 dólares. A eso hay que agregar las mensualidades, que ya son de dos mil en promedio y que viene a ser algo así como 500 dólares por mes aproximadamente. Y si sumas los gastos de mantenimiento… nos resulta más interesante vivir en Buenos Aires.
No hay un estudio que nos diga cuál es la magnitud, pero sí te podría decir que para muchos de nuestros estudiantes la Argentina resulta un polo de tracción enorme cuando ven la realidad y la calidad de la enseñanza.
– CP: Chile en algún momento fue referencia de calidad. ¿Ahora está dejando de serlo?
– CG: Yo creo que todavía conservamos el impulso de la inercia de la historia y, por lo tanto, todavía algo nos queda de lo que fue un pasado interesante en materia educacional. De hecho, si uno toma el paquete completo hay una fuerte decadencia y una pérdida de prestigio y de calidad. Pero si se focaliza en aquellas unidades más tradicionales, que son las universidades estatales tradicionales más fuertes: la Universidad de Chile, la Universidad de Santiago, la Universidad Concepción, más la colaboración de la Universidad Católica, allí tienes alrededor del 80% de lo que se hace en materia de desarrollo o construcción de conocimiento, si es que no un poco más.
En materia de docencia, que es el otro aspecto, ahí la cosa cambia, porque las universidades tradicionales, como son las actualmente coordinadas por el Consejo de Rectores de la Universidad de Chile (CRUCH) —que incluye a las estatales; a las colaboradoras históricas del estado, las universidades pontificias; más algunas privadas—, reúnen en conjunto alrededor de menos de un tercio de la docencia total que se da hoy en el país, y alrededor de dos tercios lo cubren las nuevas universidades privadas. Ahora, allí la calidad es un problema grave, crítico y que no tiene solución de corto plazo.
– CP: Y esta cuestión de la situación de los docentes también influye…
– CG: Tenemos distintos regímenes. Con la reforma del 81 se cambia la carta constitucional y a partir de allí se reforman todos los demás aspectos. Entonces, la reforma de la Constitución impacta sobre los aspectos laborales, sobre la educación, la salud, etc. Todas las dimensiones de la previsión social. Por lo tanto, a partir del 81 todos los bienes que pueden ser trazados en el mercado son regulados por este.
A eso, tenemos un régimen laboral que nos deja en absoluta indefensión frente a los dueños del capital o bien a los administradores que se instalan en las universidades del estado. No hay mecanismos de protección. Por ejemplo, hoy en día un rector de una universidad pública declara en reestructuración la universidad y queda en condiciones de suprimir todos los cargos que le parezcan convenientes, sin ninguna posibilidad de defensa en Tribunales ni en ninguna instancia de derecho laboral.
– CP: Cuando un docente no está bien seguro, esto influye en la calidad…
– CG: Desde el nuevo sector privado, que es el que se desarrolla a partir del año 81, la mayor parte del profesorado son profesores contratados y honorarios para la ejecución de docencia en aula, y solamente se les cancelan montos por las clases realizas en aula. Y luego de terminar el período lectivo quedan cesantes y en general no hay continuidad de los profesores por hora. Un número muy menor, digamos un 10 % del personal académico de las nuevas universidades privadas, tienen contratos por nada, pero también todo sujeto a la voluntad arbitraria de propiedad o del administrador a cargo.
En el caso de la universidad del estado la tendencia es a reducir las plantas, a generar condiciones de cada vez mayor inestabilidad. Los cargos de propiedad son cada vez menores y la mayor parte de los colegas nuevos quedan en condiciones de contrato o de honorarios. Además, hay un número cada vez mayor de profesores por hora, que van a un lugar hacen la clase y van a otro, a otro y a otro; lo cual deteriora mucho la calidad de lo que se hace y es una evidente precarización, radical diría yo, de las condiciones laborales.
– CP: Carlos, y en este sentido, ¿por qué les sirve a ustedes participar de este tipo de encuentros internacionales?
– CG: Yo diría que por dos o tres razones. La primera hay una razón afectiva: de pronto ser acogido y tener la posibilidad de dialogar con los pares en el mundo internacional te da una perspectiva más amplia, que permite de pronto tratar de ver caminos de solución para la situación que uno vive. Eso es lo primero. Además, recibir la solidaridad de los distintos gremios a nivel internacional en lo personal resulta muy gratificante y sostenedor de la lucha que llevamos adelante.
Segundo: también es un espacio de denuncia. Pero no solo de denuncia panfletaria, sino de llamar la atención sobre lo que ha sido la experiencia en Chile. Hoy día vemos que mucho de lo que se ha hecho en Chile durante 30 años se pretende instalar en muchos países, por vías un poco distintas, con ciertos contextos de democracia y no en contextos de dictaduras como fue el caso chileno. Pero el modelo produce consecuencias y, sin duda alguna, el modelo chileno tiene más de 30 años de aplicación y con su estudio profundo debe llevar a la conclusión tanto de los organismos internacionales como de las experiencias de cada país a no aplicar el modelo chileno de la manera en que ha sido aplicado en Chile, por lo menos no en materia de educación.
Y las demás dimensiones también habría que utilizarlas, porque esto del éxito del modelo chileno solamente tiene que ver con los indicadores económicos pero no se dice nada de las consecuencias que este modelo ha provocado para la población y para el país mismo. Hoy ya tenemos dos países: un Chile muy rico, muy moderno que comprende alrededor del 15 o 20% de la población y el resto que se ha quedado en el pasado, excluido de los beneficios.
– CP: Ese Chile pequeño muy enriquecido es el que mide el éxito del modelo, entonces por eso tenemos estas realidades, suelen pasar estas cosas en América Latina. Bueno Carlos, queremos dejarte descansar, así que te pedimos un cierre en función de tu participación en la VIII Conferencia Mundial de Educación Superior e Investigación. El aporte que te llevas de todo esto…
– CG: Lo más importante es que nos damos cuenta de que lo que ocurre en Chile de una manera, yo diría, caricaturesca está siendo parte también de la realidad de muchos países tanto en el norte como en el sur: desarrollo-subdesarrollo. Pero nos quedamos con la tranquilidad de que por lo menos ya hay una reacción de la Internacional de la Educación por oponerse a esta aplicación radical del neoliberalismo que transforma los bienes comunes y los derechos de las personas en mercancías reguladas por un mercado controlado cada vez más por elites más pequeñas.
Me voy con la tranquilidad de saber que somos muchos los que estamos en esta misma lucha y agradecer infinitamente la acogida que nos han dado aquí en Buenos Aires, tanto los organizadores del evento como la ciudadanía en general. La verdad es que en cualquier lugar que uno va somos muy bien recibidos y muchas gracias por todo ello.
Entrevista desgrabada por Gabriel Di Battista.