Libres y Condenadas
Nos citamos temprano. El trajín del centro de Moreno todavía no se notaba cuando empezamos a llegar a la esquina de España y Dorrego. Otros micros salían desde Morón y Capital. Algunas se le animaron al transporte público. En hora pico hasta Mercedes… corajudas. Es que el martes 09 de abril, las mujeres sentimos la necesidad de organizarnos para poder escuchar en vivo y en directo la sentencia contra Marina y Ailén Jara. Llegaba el momento de saber si lo poco o mucho que aportamos desde nuestros espacios tuvo sentido.
En la plaza frente a los Tribunales de Mercedes ya estaba todo preparado: banderas, bombos, mujeres. Muchas mujeres. Y cámaras, y micrófonos, y consolas de radio y colegas tratando de aprender en un ratito cómo es eso de ver y contar la realidad con perspectiva de género. Enfoque progre, tan en boga últimamente.
El veredicto que condenó a las Jara se leyó en un santiamén. Lograr ingresar a la sala de audiencias llevó bastante más tiempo. “¡Primero familiares!”, gritó una oficial. Y entonces entró Elena, sus hijos más chicos, una nuera y los amigos y amigas que prestaron testimonio. La misma oficial parecía obsesionada por saber por qué no había un papá… como si fuera la primera vez que no hay un papá presente y que la lucha la inicia y la sostiene una mamá.
Después vino el turno de la Prensa, con mayúscula. No vaya a quedar afuera la Prensa. A ver si además de misóginos y patriarcales los jueces son acusados de coartar la libertad de expresión. Eso sí que no. Las organizaciones sociales y las militantes que durante dos años le pusieron el cuerpo a esta causa no corrieron la misma suerte y tuvieron que abarrotarse en el pasillo. “¡Esta lucha es nuestra, no de los periodistas!”, gritó alguna. Tenía razón. Pero no importó.
“Por unanimidad de opiniones se condena a Ailén y Marina Jara como co-autoras penalmente responsables del delito de lesiones graves a la pena de dos años, un mes y veintiún días de prisión de efectivo cumplimiento, la que se encuentra compurgada con la preventiva sufrida. Y disponer la inmediata libertad por los artículos 530 y 531…” Pero ya nadie siguió escuchando. La sala estalló en un grito que nos abrazó a todas. El infierno había terminado. Esa noche, por fin, las chicas cenaban en su casa.
Fallo vergonzoso (y van…)
Nadie en la sala esperaba la absolución. La deseábamos, pero no se esperaba. Absolver a Marina y a Ailén Jara implicaba reconocer que todo se hizo mal. Que el rol de la Justicia durante estos dos años fue, una vez más, convertir en victimarias a dos mujeres pobres que se defendieron de un acosador.
Desestimados por inoportunos quedaron los relatos de abusos que venía padeciendo Ailén desde hacía meses, y buena parte del fallo que redactó la jueza María Larroque, y adhirieron sus colegas Fabián Brahim y Marco Barski, gira alrededor de dilucidar si efectivamente Ailén mantenía una relación amorosa con Juan Leguizamón.
Durante las audiencias del debate oral solo los familiares de Leguizamón corroboraron esta historia. Según refiere el fallo, su madre y hermanos dieron cuenta “de haber visto principalmente a Ailén en actitudes propias de quien es algo más que amiga…” Nadie en el barrio presenció alguna vez estas “actitudes”. Tampoco las confirmó el panadero que trabajaba con Leguizamón. En cambio fueron testigos de zamarreos, golpes con armas y arranques virulentos que les propinó a las Jara en distintas oportunidades. No se le escapa a la jueza que quienes dan fe del amor son parientes de la “víctima”, sin embargo subraya que “no percibe animadversión contra las imputadas”. Raro.
Lo que tampoco queda claro es en qué cambia que Ailén y Leguizamón mantuvieran o no una relación amorosa. ¿La violencia deja de ser violencia cuando quien la ejerce es un novio, amante o marido? ¿Es reprobable que Leguizamón haya atacado a Ailén con un arma si no eran pareja, pero no es para tanto si dormían juntos? Cabe recordar que a lo largo de 2012 fueron ejecutadas 255 mujeres por el hecho de ser mujeres y que el 63% de estos asesinatos fueron cometidos por parejas, novios, amantes o ex parejas, según consta en el informe del Observatorio de Femicidios en Argentina que dirige La Casa del Encuentro.
Los números son claros pero Larroque parece no verlos y entonces en una relación no podrían darse situaciones de abuso. Otra vez la miopía de género que caracteriza a demasiados jueces y juezas, incapaces de reconocer y abordar fenómenos graves que padecemos las mujeres.
Condenadas a la libertad
“Estamos más tranquilas. El primer día nos costó. Desgraciadamente nos acostumbramos a vivir en el ámbito de la cárcel. Ahora tenemos que empezar de nuevo”, dijo Ailén ayer. Es que a las hermanas Jara las condenaron a una inmediata libertad como responsables de un delito. Condena que las deja presas de antecedentes penales al momento de buscar trabajo. Presas en un barrio donde conviven con su acosador y con los efectivos policiales que inventaron la tentativa de homicidio.
Marina y Ailén Jara quedaron libres y condenadas, en una nueva historia de fuerte efecto aleccionador: mujeres no se resistan, no intenten defenderse de un abuso. La Justicia no está de nuestro lado.