Inflación: mitos y realidades

En la tele, en la radio, en el subte, en el supermercado… en todos lados escuchamos la palabra inflación. Pero mucha de la información que circula es errónea o basada en fuentes de “dudosa” confiabilidad. Para desenmascarar falsos dogmas, la economista e investigadora del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), Mariana González, estuvo en CONADU y nos ayudó a aclarar el panorama. Un recorrido por los grandes “mitos” de la inflación.

– ¿Cómo nos afectan los procesos inflacionarios?

En primer lugar, es importante destacar que no todos los aumentos de precios se definen como inflación. La inflación es un aumento sostenido en el tiempo y generalizado del nivel de bienes y servicios. Es decir, hay inflación cuando se observa que los aumentos de los precios persisten mes a mes, y no se trata de un reacomodamiento de un momento.

Y la inflación afecta de distinto modo los ingresos de distintas personas, de distintos grupos de población y distintas clases sociales, con algún efecto sobre la distribución del ingreso. Por ejemplo, para quienes tienen deudas a tasa fija la inflación es un beneficio en general, porque sus ingresos crecen más que lo que tienen que pagar. Pasa lo contrario con quienes son acreedores, porque lo que esperaban cobrar se va licuando cuando hay inflación.

Para los empresarios, la inflación puede tener ventajas, no necesariamente es negativa. Por un lado, porque muchas veces los empresarios son deudores, si han tomado créditos para producir por ejemplo. En ese caso, con la inflación se va achicando, en términos relativos, lo que tienen que pagar por ese crédito. Otras veces lo que pasa cuando hay inflación es que las tasas de interés reales son negativas. Una tarjeta de crédito, por ejemplo, tiene una tasa de interés del 35%; si eso lo comparamos con un 25% de inflación, resulta que la tasa de interés real sería de alrededor del 10%. Pero también puede pasar que una tasa de interés de un crédito para producción con algún tipo de incentivo puede estar muy por debajo, con un 12% por ejemplo. Ahí, con una inflación del 25%, la tasa de interés real queda negativa, lo que significa que esa persona que se endeuda tendría una transferencia positiva por ese endeudamiento.

Estas son situaciones que muchas veces benefician al sector empresario si toma créditos. Además, que la tasa de interés sea relativamente baja puede ser bueno para la economía porque tiende a favorecer las inversiones productivas y no las financieras. Por último, los empresarios pueden tener una ganancia adicional por el hecho de que pasa cierto tiempo entre que compran los insumos y venden los productos, o entre que pagan los salarios y venden los productos. Es decir, no necesariamente la inflación siempre es un problema directo para los ingresos del sector empresario.

En cambio, los trabajadores con ingresos fijos son los principales perjudicados con la inflación porque pierden capacidad adquisitiva. Con negociaciones salariales colectivas por arriba de la inflación puede compensarse el efecto inflacionario, pero sin estas condiciones la inflación mella los salarios reales.

– ¿Los costos laborales generan inflación?

Los costos laborales no necesariamente generan inflación y la forma más fácil de probarlo es con los datos: el costo laboral actual es muy inferior al del año 2001, entonces difícilmente pueda ser esa la causa de la inflación. Es decir, tendríamos que tener aumentos de salarios muy por arriba de la inflación para entenderla como la causante. El ingreso real, o sea el poder adquisitivo de los ingresos del conjunto de los trabajadores, están más o menos al nivel del año 2001, y al mismo tiempo hubo un aumento de productividad de aproximadamente un 25%. Con lo cual, en términos reales, por cada producto producido el costo laboral representa para el empresario un 81,3% respecto de 2001. O sea, casi un 20% más bajo.

– ¿La inflación es siempre negativa para el crecimiento de una economía?

Hay distintas posiciones, discusiones entre los economistas. Los sectores más ortodoxos tienden a pensar que con inflación no hay crecimiento a futuro por la situación de inestabilidad que genera para la inversión. Pero otras corrientes plantean que mientras las tasas de inflación tengan algún control (es decir, inferiores al 20%), no necesariamente afecta el crecimiento económico a futuro. Más aun, se ha visto que muchos países con desarrollos económicos acelerados tienen inflaciones más importantes. Las economías que han crecido en determinados períodos de su historia porque se industrializaron, en general lo hicieron con aumentos de inflación. Es decir, es difícil que pueda darse simultáneamente un crecimiento económico muy alto propio de un desarrollo, de un período de transformación y de cambio de la economía y al mismo tiempo una inflación muy baja. Los períodos de rápido desarrollo de la estructura productiva se dan con inflación.

La variable que sí se ve afectada por la inflación es el nivel de tipo de cambio real, que desde CIFRA lo entendemos como un instrumento central, como una variable clave en la configuración del crecimiento desde la devaluación en adelante. El tipo de cambio alto permitió que hubiera un crecimiento económico importante y que se concentrara en sectores productores de bienes, en particular de la industria, con mucha capacidad de generar empleo. La inflación implica que ese tipo de cambio real deje de ser tan elevado como lo era en los primeros años de la posconvertibilidad.

El tipo de cambio implica una protección para los sectores que venden en la economía, tanto para los importadores como para los que exportan. La consecuencia más grave de la inflación va por el lado del tipo de cambio real, porque desarticula ese instrumento que fue tan central en la política económica. Además, es difícil de recomponer ese nivel de tipo de cambio porque tampoco puede pensarse en una devaluación que implicaría caída de los salarios reales y otra vez aumento de precios, en un círculo sin fin. Seguramente, si continúa la inflación, lo que se produzca es que el tipo de cambio real alto, esa política que fue tan importante en este período, deje de tener parte de la efectividad que tuvo y entonces habrá que avanzar sobre otro tipo de políticas.

– En Argentina nos persigue el fantasma de que en cualquier momento la inflación se puede descontrolar…

Las condiciones para que exista un hiper inflación no son necesariamente las vigentes en la actualidad. Durante 30 años tuvimos inflación, en algunos momentos más alta y en otros más baja, pero no siempre existe el peligro de la hiper inflación. Lo que ocurrió en los años 80 fue resultado de características históricas bastante específicas y graves. En el 89, por ejemplo, la inflación anual fue de 3079% y en 1990, de 2314%. Entre la década del 80 y cuando se empiezan a estabilizar los precios con la convertibilidad, el promedio anual fue del 863%. O sea, los precios multiplicados por ocho anualmente.

Pero cuando se mira un poco para atrás, la Argentina venía teniendo una historia con cierta persistencia de inflación a lo largo del período de industrialización, con un promedio, a mediados del 70, del 26% por año y con sucesivos planes de ajustes para controlar esa inflación. Se empieza a descontrolar en el 75 en adelante. Las hiper son a finales de los 80 y la convertibilidad provoca un cambio radical que pasa del 863% al 4% anual.

– ¿Cuál es la solución?

Cada escuela económica explica la inflación de distinto modo. Según cuál es la explicación, es la recomendación de política. Entonces, el diagnóstico de este problema económico está directamente ligado con la forma de solucionarlo.