Eva Giberti: “Mejoramos la conciencia sobre la violencia, pero al mismo tiempo aumentaron las muertes de mujeres y cada vez con mayor crueldad”

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En la semana internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, hablamos en “CONADU en el medio” con Eva Giberti, responsable del programa «Las Víctimas contra las Violencias» del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de Nación.

– Cristina Pauli (CP): ¿Por qué el programa se llama “Las víctimas contra las violencias”?

– Eva Giberti (EG): Nosotros insistimos mucho en esto porque no solamente intervenimos en violencia familiar, sino también en casos de violencia sexual, o sea violaciones, abusos sexuales, además la utilización de los chicos y de las chicas no solamente en espectáculos subidos a YouTube sino en utilización de imágenes pornográficas. Estas son formas de violencias en las que intervenimos. También cuando llegan turistas con interés en tomar contacto y disponer de lo que se llama técnicamente “explotación sexual de niños y niñas”… es decir, trabajamos en una serie de índole de violencia, por eso somos tan cuidadosos con poner el plural en el nombre del programa.

– CP: Justamente, la idea era hablar un poquito sobre este trabajo que se viene realizando desde el año 2007…

– EG: Desde 2006, cuando llamó Néstor Kirchner para organizar esto, que era una idea solamente y le dimos forma con el entonces ministro del Interior Aníbal Fernández. Así se transformó en este programa que hoy tiene siete años de trabajo exitoso. Exitoso desgraciadamente, porque sería mejor que no existieran los temas en los que intervenimos.

Ahora además estamos en Misiones, Tierra del Fuego y en Chaco, y tenemos una invitación concreta desde la provincia de Salta.

– CP: ¿Y qué balance hace usted de estos años de trabajo?

– EG: Sería absurdo que dijera que es un balance “positivo”, porque aumenta la violencia, aumenta la crueldad de los ataques contra las mujeres y por lo tanto aumentan nuestras intervenciones, lo cual da un balance positivo desde el punto de vista del éxito que tenemos.

Nosotros atendemos a las víctimas en el lugar mismo de la violencia, no tenemos escritorios. Cuando hay víctimas nos llaman los familiares o amigos, vecinos y hasta las mismas víctimas al número de teléfono 137, que es el número clave para la ciudad de Buenos Aires, y nosotros salimos inmediatamente en un auto policial no identificable hacia la casa a buscar a la víctima. Vamos con un policía y dos profesionales. En el lugar nos hacemos cargo de la víctima y la llevamos a hacer la denuncia. Si no quiere hacer la denuncia, porque le aclaro que hay un 40% de mujeres víctimas de violencia familiar que no quieren hacer la denuncia por el terror que tienen, nosotros ponemos en marcha lo que se llama equipo de seguimiento durante 20 días o un mes. No podemos continuarlo más tiempo porque nuestros equipos son para urgencias y emergencias los 365 días del año las 24 horas.

Es decir, que acompañamos a las víctimas, nos hacemos cargo de los chicos, de ver dónde los dejamos y les explicamos también los beneficios de hacer la denuncia porque pueden ser patrocinadas y saber qué trámites les conviene hacer. Pero la característica de nuestro trabajo es lo que se llama “trabajo en terreno”, en campo, no trabajamos detrás de escritorios sino cuerpo a cuerpo con las víctimas.

– CP: Cuando imaginó este método de trabajo ¿esperaba tener esta incidencia?

– EG: Yo venía con una experiencia fuerte desde la década del 80. Soy una persona de vida hospitalaria, soy psicóloga formada en hospital; de manera que sabía muy bien lo que significaba para una víctima de violencia familiar ir a una comisaría un día domingo o sábado y que la mandaran de vuelta a su casa, quedando totalmente desprotegida. Entonces, para mí era muy claro que había que ir a buscar a la víctima y ocuparse de ella sin esperar que la víctima fuera a hacer la denuncia, para lo cual tiene que tomarse un colectivo, saber dónde deja a los chicos.

Yo lo que tenía y sigo teniendo es la formación de una psicóloga hecha en hospital, o sea hecha en campo, en terreno. Además soy trabajadora social, tengo las dos profesiones. De manera que las he articulado y estaba segura de que esto iba a funcionar.

– CP: También hay que formar al personal y esto requiere de un trabajo muy serio…

– EG: Nosotros tenemos en la escuela de la Policía Federal una cátedra que se llama “Introducción a las violencias”, que la damos los profesionales del Programa, de manera que los cadetes, los oficiales y los suboficiales para ascender tienen que pasar por esta cátedra. Pero esto es solamente con la Federal, por eso no es tan sencillo trabajar con policías de provincia; porque nuestro país es eminentemente patriarcal y la policía tiene una mentalidad muy verticalista.

– CP: Quizás ayudan las Comisarías de la Mujer…

– EG: Eso sí, pero también hay, debido al proceso de patriarcado que nos regula en todas partes, mujeres que están en comisarías de la mujer pero que dependen de jefes varones, es decir de autoridades máximasn y a veces se encuentran con limitaciones. De cualquier manera las Comisarías de la Mujer es adonde deben recurrir por ejemplo en la provincia de Buenos Aires, ya que nosotros no vamos a la provincia de Buenos Aires, salvo si nos llaman para asesorar.

– CP: ¿Se ha avanzado un poco en quiénes denuncian? Porque a veces usted bien decía la persona que está involucrada tiene miedo y no se anima. Pero ¿se ha avanzado, por ejemplo, en que denuncien los vecinos que escuchan malos tratos?

– EG: Se ha avanzado. Los vecinos se atreven más que antes a denunciar, tampoco exageradamente porque a veces uno llega y los vecinos, no los que denunciaron sino los que escuchaban a la víctima, dicen: “Sí, yo pensaba en llamar, en denunciar, pero me daba miedo meterme”. Este no es un delito privado, por eso la gente que anda por la calle puede hacer la denuncia cuando ve situaciones de ataque a las mujeres. De manera que en algo hemos mejorado en cuanto a conciencia, pero al mismo tiempo han aumentado las muertes de mujeres, los femicidios, y cada vez con mayor crueldad. Nosotros trabajamos cada vez más, pero lo que ocurre es que el incremento de la violencia es algo que forma parte de una educación y de un civismo que todavía nos queda por trabajar.

– CP: Claro, y ese es el desafío: cómo hacer para que no se incremente la violencia, para que reflexionemos frente a este proceso.

– EG: Bueno, ustedes como educadores y desde los medios de comunicación son una clave. Nosotros no podemos hacer nada sin la difusión y sin la pelea dentro de la escuela. Este es el trabajo que habría que empezar a hacer desde la educación primaria. Lo que pasa es que no es tan sencillo porque hay procesos culturales que llevan años revertir.

– CP: Eva, ya que la tenemos en línea no puedo dejar de mencionar que es una de las personas que aparece en las listas negras de la dictadura que acaban de encontrarse.

– EG: Honrosamente, más honrosamente porque estoy entre las irrecuperables. No hay salida digamos (risas). Como usted ve esto me tiene muy orgullosa.

– CP: ¿Pero qué significó enterarse?

– EG: Ya lo sabíamos. Yo creo que todos los que estábamos en las listas lo sabíamos. Por lo menos varias personas de la lista que yo conozco, y nos reímos porque todos sabíamos que esto estaba sucediendo. Por otra parte yo he vivido, dado que mi hijo fue un preso político, con un Ford Falcón en la puerta de mi casa durante varios años, vigilándome a mí y a mi hija que era una niñita. Entonces esto no es nuevo, nosotros somos sobrevivientes de aquella resistencia.

– CP: Pero no han logrado amedrentarla…

– EG: No, por lo que usted ve no (risas). Son otras cosas las que me amedrentan, sobre todo la indiferencia o la gente que se opone por el solo hecho de oponerse a cosas que se están haciendo y se están avanzando. En fin, estas cosas a veces en vez de amedrentarme me irritan.

 

 

Entrevista desgrabada por Gabriel Di Battista.