Claudio Suasnábar: “No es justo comparar a las universidades nacionales con las de países que tienen ingresos selectivos”

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En la radio, analizamos con el Dr. Claudio Suasnabar, director del Observatorio Sindical de Política Universitaria de CONADU, los números de las universidades nacionales. Tasas de graduación, costos por alumnos y la comparación internacional bajo la lupa.

 

– CONADU: ¿Qué está pasando en nuestras universidades? ¿Qué está pasando con los alumnos en las universidades nacionales?

– CLAUDIO SUASNABAR (CS): En realidad están pasando muchas cosas y hay muchas líneas de trabajo. Hace unos días salió en el diario La Nación un informe del centro de estudios que tiene Alieto Guadagni que planteaba, con un titular medio catástrofe, que en las universidades públicas el 44 por ciento de los alumnos aprueba una materia por año. Por un lado, ese trabajo da cuenta de una realidad que sobre todo puede observarse en la graduación. O sea, uno de los temas que tiene la universidad argentina es la baja graduación. Pero el trabajo de Guadagni compara universidades y saca lo que se llama costo por alumno, y te marco un dato: si bien Argentina tiene un 14 por ciento de graduación y es uno de los más bajos de América latina, Brasil tiene 19 por ciento y Chile 15 por ciento. Lo más interesante es cuando uno compara qué pasa en los países centrales: por ejemplo, en Australia el porcentaje de graduación es del 66 por ciento; en Finlandia, del 56 por ciento; y en Japón, del 41 por cierto. Pero en realidad se están comparando países que tienen ingresos selectivos. En el caso de Argentina en un punto es más entendible esta lentitud de los estudios porque no existe selección. Pero en aquellos que tienen selección uno podría decir tampoco es mecánica esa relación.

La otra cuestión que señala Guadagni, que me parece más peligrosa, es cuando él hace una suerte de división del presupuesto que recibe cada universidad y lo divide por la cantidad de alumnos o por la cantidad de graduados, con la cual da cifras muy grandes. En este punto hay que ser más bien cuidadoso, porque en realidad uno le imputa al costo de ese alumno un conjunto de otras funciones que también hace la universidad y que incluye el presupuesto; por ejemplo, la investigación, la extensión y los servicios a la comunidad. O sea, le estamos cargando al costo de ese alumno otras funciones.

Pero además me tomé la libertad de buscar en el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2011, que se llama Education Anglaise, y encontré una serie de indicadores internacionales que marcan que en Australia el costó por alumno es de 65.334 dólares y en Bélgica de 44.911 dólares. El promedio de la OCDE es de 57.700 dólares. Te diría, entonces, que no es ni más caro ni más barato porque la comparación es errada, porque ¿por qué razón tendríamos más o menos los mismos costos por alumno en nuestro sistema que no es selectivo? (Ver Comparación internacional y costos por alumno)  y (Ver Tasa de graduación – UNESCO)

Lo que quiero decir es que quizás no son justas las comparaciones si uno no las pone en contexto. Esto no quiere decir que Argentina no tenga un problema y que haya que pensar alternativas para mejorar el rendimiento de los alumnos. Lo que sí es necesario ir más allá de estas comparaciones simples y visualizar un poco más la complejidad; y esa complejidad tiene que ver con que la heterogeneidad de la matrícula que tienen nuestras universidades plantean verdaderos desafíos institucionales que tiene que ver con definir políticas. Esa heterogeneidad o esos problemas no es que no los tengan los países centrales, pero la diferencia es que el ingreso selectivo excluye a una parte de la población que deriva a otras ofertas educativas y que por tanto no se carga ese costo.

A pesar de ello, aún en los países centrales la baja graduación en relación a estas condiciones también es un problema. Y de hecho, si uno mira por Internet, hay un gran debate a nivel mundial respecto a este tema de la retención y la graduación desde el campo de la psicología, de la sociología y de la educación superior. Pero, por supuesto, son otros los problemas y por tanto ahí hay un elemento más para ponerlo en contexto.

Lamentablemente los debates en Argentina tienden a ser medio efectistas…

– CONADU: Porque a veces pareciera que tienen otros intereses. Este informe tampoco se mete con lo que pasa en las universidades privadas.

– CS: No, porque las universidades privadas son más reticentes a proveer datos. Pero sin meternos en ese planteo, me parece que hay que tratar de mirar más en contexto estas cuestiones, sin obviar los problemas y sin decir que está todo bien. No ayuda mucho a pensar alternativas las comparaciones simples, porque pueden llevar a conclusiones erradas sin pensar en la complejidad.

– CONADU: Claro, y no pensar también si como Estado queremos que la educación superior sea un derecho, que es lo que en nuestro país se está haciendo carne de algún modo. Tendremos que mejorarlo y estamos en un montón de propuestas como para que eso sea ejercido con la mayor de las equidades. Pero si uno ni siquiera puede anotarse en la universidad, lejos está de ejercer su derecho a la educación superior.

– CS: Tal cual. Y es el gran debate que tienen los países centrales: cómo garantizar ese derecho. Muchos lo tienen a partir de sistemas muy diversificados, en el sentido de que hay distintas ofertas para tipos de población. Ni que hablar de los sistemas que son arancelados. El caso de Australia es claramente uno de los sistemas más fuertemente arancelados, o Chile. Decíamos que Argentina tiene el 14 por ciento de graduación, Chile tiene el 15 con examen de ingreso, cupo y arancel.

Entonces la pregunta es: ¿cuán eficaz, aun en los términos que se plantea de eficacia costo-beneficio, es un sistema que tiene baja graduación con todos esos filtros que plantea? Me parece que es errado el planteo en sí mismo.

– CONADU: Pensando en la propuesta de CONADU de fortalecer los primeros años universitarios, ¿puede el alumno perseverar en la formación?

– CS: Totalmente. Te diría que es casi el mismo efecto que la asistencia al preescolar en la educación primaria. Está demostrado mundialmente que esos años previos generan condiciones cualitativamente diferentes para el acceso a la alfabetización. En el caso universitario te diría que el lugar crítico son esos primeros años, y ahí se juega buena parte de la suerte de muchos de los jóvenes.

Entonces, la propuesta que hace CONADU en ese sentido avanza mucho más en una discusión a partir de una estrategia integral como se plantea, que es complementar los sistemas de becas con dispositivos institucionales que tienen que ver con lo que acontece en las cátedras, con las formas de enseñanza, con la posibilidad de compensar a lo largo del tiempo esas falencias que muchas veces se arrastra del nivel medio. En ese sentido me parece que CONADU levanta la discusión a partir de reconocer la complejidad que tiene esta situación. Y a partir de la voluntad se hace realidad ese derecho para muchos jóvenes.

Entrevista hecha por Cristina Pauli y desgrabada por Gabriel Di Battista.