Patricia Acevedo: “Los sectores populares están viviendo un proceso de empoderamiento interesante”
En “CONADU en el medio” analizamos junto con Patricia Acevedo, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba, el impacto que tienen algunas iniciativas y políticas públicas en los sujetos que las perciben, los jóvenes.
– CONADU: Patricia, tu especialidad en la investigación tiene que ver con las temáticas que hacen a la vida de los jóvenes. Por eso nos interesaba charlar con vos sobre programas como el Progresar, por ejemplo. Esta política pública que intenta que muchos de los jóvenes que ni estudian ni trabajan vuelvan a estudiar y se incorporen, de alguna manera, al sistema educativo. También saber cómo estas políticas sociales puedan impactar en la vida de la juventud.
– PATRICIA ACEVEDO (PA): Yo dirijo un equipo de investigación que, justamente, desde hace varios años indaga sobre la juventud en general y la participación política, y en los últimos años hemos focalizado en los jóvenes de los sectores populares: jóvenes pobres de los sectores vulnerables. Jóvenes a los que el Progresar, en cierta forma, intenta llegar. Digo intenta porque todavía estamos en los inicios de la primera etapa que es la convocatoria.
Quiero aclarar que soy docente universitaria con dedicación exclusiva pero también soy militante social, así que trabajo en los barrios, en mi pueblo de la ciudad de Córdoba y de ahí también me nutro para decir algunas cosas. Entonces, en el equipo una de las cuestiones que venimos viendo es que el Progresar aparece como un programa que se articula con otros, en términos de que viene a completar lo que la asignación universal en cierta forma no cubría. Eso me parece que es importante, mirado como política pública, porque está destinado a los jóvenes pobres, un grupo poblacional que en general está estigmatizado y vulnerable. O sea, tienen esa combinación. A esa población apunta el Progresar.
Otra de las características que nos parece que está impactando bastante fuerte en relación a quiénes se inscriben y cómo tiene que ver con las características generales que han venido teniendo las políticas sociales en nuestro país en los últimos años, en el sentido de que articulan o promueven la articulación también entre salud, educación y trabajo. El Progresar en este caso, al igual que la asignación universal, tiene algunas cláusulas por las cuales los jóvenes tienen no sólo que volver a la educación sino también cuidar su salud, que no es poco. Esto nos parece interesante. La otra cuestión, que nosotros hemos visto y probablemente otros comparten, es que se está instalando en las familias y en los propios jóvenes que se acercan a consultar sobre este programa, la noción de derecho. Por lo tanto los jóvenes o la familia de los jóvenes que aparecen en el barrio, en la universidad y en los distintos espacios vienen desde otro lugar. Ya no vienen a pedir porque “soy pobre” o “no tengo esto”, en una actitud vergonzosa o de dar lástima.
Nosotros creemos que estamos en un momento donde los sujetos, los sectores populares han vivido un proceso de empoderamiento interesante. Por lo tanto, el Progresar, junto con el Conectar Igualdad, con el Procrear, con el Más y Mejor Trabajo y con la Asignación Universal han ido constituyendo mejoras importantes en las condiciones materiales vividas de los sujetos y también creemos que apuntan a configurar sujetos de derechos.
– CONADU: Claro, frente a una historia de política pública que tenía más que ver con el clientelismo este tipo de políticas arrancan desde otros lugares…
– PA: Exactamente, arranca desde otra concepción. Básicamente, creemos que también el modo en que se implementa y los destinatarios… El mecanismo, ya desde el momento de la inscripción, evita mediadores, que son sobre los que, en general, se gestaba una cultura asistencial, clientelar.
– CONADU: Y eso marca una política de Estado, marca una concepción de la política de Estado…
– PA: Totalmente.
– CONADU: Decías que el Progresar todavía no se puede evaluar mucho porque está comenzando, pero sí la Asignación Universal por Hijo. Quizás tienen algún estudio sobre el impacto que ha tenido esa política.
– PA: Sí, puedo hablar desde un estudio que hizo otro equipo de investigación de la escuela de Trabajo Social, en el que las compañeras dirigidas por Nora Aquín indagaron sobre relaciones de impacto que esta política ha tenido en la familia y, en particular, en las mujeres. Esta es otra característica que también estamos observando con el Progresar: son las mujeres-madres las que se acercan a la consulta y buscan el formulario. Ahí también hay toda una veta para trabajar sobre este papel de cuidadora. En esta investigación que te comentaba encontraron algunas cuestiones interesantes relacionadas, por ejemplo, con el sujeto que se considera como tal más allá de que no se nombre así mismo así y considera esto como una reivindicación, como un derecho. Nos parece que esto no es poco.
La universidad está trabajando con el Progresar y nosotros vamos a trabajar y a investigar con esos jóvenes. Pero me parece que hay un desafío muy fuerte y es que todos los que estamos convencidos de este tipo de Estado garante de derechos y de este tipo de políticas tenemos que hacer una militancia en su defensa, porque hay dificultades como el famoso discurso “Vos tenés chicos para cobrar 450 pesos” o “Ahora vuelven a la escuela pero vaya a saber en qué se gastan los 500”… lo hemos estado escuchando. Discursos que nos retrotraen a una mirada de ese otro como inferior, como incapacitado, como otro con déficit en algunos casos mentales. Porque parece que la gente pobre no piensa.
– CONADU: O alguien le tiene que decir en qué gastar la plata…
– PA: Totalmente. Y es una de las cosas que también estamos intentando trabajar: la necesidad de la articulación de los defectores de las políticas sociales, de quienes tienen el formulario. Nosotros nos hemos encontrado en algunas ocasiones, acá en Córdoba donde vivo y he estado trabajando con el Progresar, con jóvenes que han ido a las escuelas y las directoras les han dicho: «Si te anotás en el Progresar perdés la Asignación Universal», y nos hemos encontrado con gente que ha dicho: «No, no lo pierdo, porque la Presidenta dijo que esto no se pierde». Muchas veces hay una sociedad civil que está más informada y más movilizada que algunas instituciones estatales lamentablemente.
Además, muchas veces tanto los docentes como los estudiantes repetimos discursos como si todavía estuviéramos en los 90; y me parece que tenemos que hacer un esfuerzo no sólo por modificar el discurso sino por modificar nuestra mirada y mirar más las prácticas de los sujetos; estos sujetos que se organizan y dicen “no, si yo sé”. Sujetos que se plantan desde otros lugares. Y esto me hacía pensar en un artículo muy interesante de José Nun donde planteaba que no hay ninguna ciudadanía política y jurídica garantizada si no hay una ampliación de derechos sociales que se garantice. Y me parece que hay que mirarlo también desde otro lugar: desde la ampliación de derechos sociales a aquellos que son más vulnerables cuando tienen que tomar decisiones políticas y jurídicas, porque están más atados al puntero, a la asistente social, al cura, etc. Ahora, aparentemente por lo que uno está viendo, gratamente se sienten mucho más autónomos y eso no es poco.
Entrevista hecha por Cristina Pauli y desgrabada por Gabriel Di Battista.