La Nación, la memoria y la democracia
A pocas horas de conocerse el resultado electoral, cuando la ciudadanía eligió en plena libertad al nuevo presidente de la Nación, confirmando el proceso democrático que se inició en 1983 luego de la etapa más dolorosa de nuestra historia —la dictadura cívico-militar—, sorprende, indigna y preocupa la editorial del diario La Nación. Como se ha narrado en el Informe Nunca Más y se ha probado en cientos de procesos judiciales, en los «años setenta», a los que refiere la editorial, fue el Estado el que desplegó de manera sistemática y planificada el secuestro, la tortura y el exterminio de miles de ciudadanos. Fue el Estado quien puso en marcha la maquinaria del terror que asoló a la sociedad argentina. La magnitud de la crueldad ha sido reconocida mundialmente, tanto por los organismos internacionales —la CIDH, entre otros— como por gran parte de los gobiernos democráticos, organizaciones, universidades y ciudadanos del mundo.
Es lamentable que, en plena democracia, un diario editorialice desconociendo la verdad que con tanto empeño se ha construido en estos años y reponiendo un discurso propio de la dictadura, que demoniza a las víctimas y legitima el accionar terrorista del Estado.
Pero no sólo se trata del pasado sino que La Nación califica de “persecución” a la acción de la justicia que investiga el desempeño de algunos de sus miembros durante la dictadura y trata de sembrar dudas y cuestionamientos sobre el debido proceso a los criminales de delitos de lesa humanidad. Argentina fue el único país que en la transición condenó a los máximos responsables del genocidio. Esto fue sin duda uno de los pilares de la democracia, que se profundizó luego de la anulación de las leyes de la impunidad, surgidas de la presión violenta que ejercieron los militares sublevados ante la democracia: los “carapintadas” que, como hoy La Nación, pretendían condicionar a la sociedad argentina y amedrentarla con la vuelta al pasado. En su momento, el gobierno se subordinó ante la presión corporativa de los militares golpistas. Hoy la democracia está más solida y no nos caben dudas que podremos enfrentar a estas fuerzas de la reacción y la violencia, que quieren hacernos retroceder a un país al que no queremos volver. Si este es un intento de condicionar al gobierno entrante, le pedimos que no lo permita, no hay vuelta atrás para la verdad, la justicia y la memoria.
Estamos en democracia, por eso el diario La Nación puede ejercer la libertad de expresión aunque haga apología del delito, hiera las sensibilidades más profundas, revictimice a las víctimas negándolas y estigmatizándolas una vez más de la manera más feroz, cuestione por sesgada a la Justicia justa cuando nunca alzó la voz contra la Justicia cómplice que negaba habeas corpus y colaboraba con la represión ilegal. Tampoco alza la voz cuando la Justicia no garantiza el debido proceso a los sectores más vulnerables de la sociedad, cuando priva de su libertad a miles de ciudadanos sin condena, cuando ampara la tortura en las cárceles.
A la prepotencia del negacionismo, al cinismo insensible que enmascara una violencia sin límites, revanchista y vengativa, que desconoce el sufrimiento más profundo de las víctimas, la ausencia dolorosa e imprescriptible de los desaparecidos, le anteponemos la alegría de la esperanza, el valor de lo conquistado en democracia y libertad, el amor por los que sufren ayer, hoy y siempre.
Las banderas de la verdad, la justicia y la memoria son del pueblo argentino y son conquista de la democracia. No permitiremos que las minorías impongan nuevamente la violencia a la que siempre antepondremos la lucha inclaudicable por los derechos humanos consagrados en la Constitución nacional y los tratados internacionales.
Comisión provincial por la memoria