75 años de gratuidad universitaria

El 22 de noviembre de 1949, el presidente argentino Juan Domingo Perón terminó con el arancelamiento de la universidad pública al firmar el decreto 29.337. En un escenario en el que el Estado de Bienestar expandía el acceso de los sectores populares a los estudios secundarios, se imponía discutir el rol de las universidades como formadoras de profesionales, científicos y técnicos que dominaran los saberes necesarios para un país industrializado con un mercado interno fuerte y una clase media en consolidación.

El proyecto que creaba la Universidad Obrera Nacional, aprobado un año antes, acompañaba esta perspectiva. Pero, sobre todo, el espíritu de la gratuidad provenía de la Constitución, reformada pocos meses antes. En el capítulo 3, artículo 37 (derechos especiales), además de garantizarse la autonomía universitaria, se encomendaba a estas instituciones la formación en pos del bien colectivo y “del engrandecimiento de la Nación”. Estaba en el aire el doble carácter del derecho de las personas y de los pueblos a la universidad pública y gratuita, concepción verdaderamente pionera si tenemos en cuenta que el reconocimiento de la Educación Superior como “un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado”, se estableció en el año 2008 en la Conferencia Regional de Educación Superior.

Muchas generaciones transcurrieron desde el 49. Y en cada una de ellas, hubo “primera generación” de universitarixs. A pesar del sueño de la “Libertadora” de un país en el que el hijo del barrendero muriera barrendero, hubo primeras generaciones de universitarixs en los años 50, los 60 y los 70; los hubo con la recuperación de la democracia (cuando se suprimieron los aranceles que había impuesto la última dictadura) y sobre todo, los hubo a partir de las políticas que, en los gobiernos de Néstor y Cristina, multiplicaron las universidades, aumentaron el presupuesto para infraestructura y cargos docentes y nodocentes, crearon programas de becas, y estimularon la extensión, la investigación y los desarrollos científicos y tecnológicos. Nuevamente, como en el 49, la ampliación del acceso no era una iniciativa aislada sino que formaba parte de un concepto de Nación.

Hoy en día nos enfrentamos a un ataque descomunal contra toda idea de un futuro en común para el pueblo argentino. Por eso el gobierno nacional desfinancia, persigue y hostiga a la comunidad universitaria: por eso empobrece a quienes trabajamos en ellas como docentes o nodocentes, por eso cierra programas y elimina fondos de becas, por eso busca instalar consensos para arancelar e implementar formas de privatización. Resistir ese ataque al tiempo que volvemos a imaginar una Argentina donde el hijo del barrendero pueda elegir cómo vivir y donde esa elección sea parte de un proyecto de Patria para todo el pueblo.