26 de junio: en el aniversario de Maxi y Darío, hace 5 años nacía el SiDUNCu.

Hace cinco años, SIDUNCU sumaba a la Universidad Nacional de Cuyo en el proceso de crecimiento de CONADU, la Federación Nacional que, surgida con la recuperación de la Democracia, representa hoy a la mayoría de la docencia universitaria y es la referencia indiscutida en las luchas por el derecho a la educación, por la democratización del conocimiento y por la defensa de los intereses de la clase trabajadora.

Fueron principalmente las iniciativas políticas de CONADU, siempre ligadas a las luchas del campo nacional y popular, las que un 26 de junio, hace cinco años, animaron a un puñado de compañerxs docentes de la UNCuyo a formar en nuestra universidad, el sindicato de base de CONADU, el SiDUNCu.

En la historia del sindicalismo, cinco años es apenas un comienzo. Pero estamos convencidos que el  SiDUNCu está haciendo historia. Clases públicas multitudinarias, pecheras y banderas en cada movilización por las calles de Mendoza, espacios de formación y debate, documentos político sindicales, paros, jornadas de lucha, y muchas otras acciones en las que se pone de manifiesto el crecimiento sostenido de la capacidad de convocatoria y la referencia de nuestra organización, son parte de una estrategia sindical que  ofrece a lxs compañerxs  docentes universitarios una herramienta de lucha colectiva no sólo en la universidad, sino como parte del movimiento popular hoy movilizado para poner freno a un programa político que avanza destruyendo derechos, agrediendo a la clase trabajadora y sus organizaciones, y saqueando las riquezas producidas con el esfuerzo de nuestro pueblo.

Para nosotros, los militantes de SiDUNCu, el 26 de junio no es un día más. Es un día atado a la memoria de lucha de nuestro pueblo. El 26 de junio de 2002 la policía bonaerense asesinó a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en la conocida Masacre de Avellaneda, en un episodio brutalmente represivo que marcó un punto de inflexión en un momento crítico de la historia de nuestro país. Hoy, cuando las universidades públicas están amenazadas por un proyecto de mercantilización y privatización que pende sobre ellas, cual espada de Damocles, intentando convertirlas en “enseñaderos a cuotas”, de la mano de esa misma política de ajuste y exclusión reaparecen la violencia estatal y la represión sobre los sectores populares. Con la convicción de que el destino de la universidad está atado al destino de nuestro pueblo, y que, como entendieron los reformistas del 18, “no hay reforma universitaria sin reforma social”, reafirmamos nuestra voluntad de lucha, para que las universidades públicas sean territorios de intervención y disputa política, donde jóvenes como Maxi y Darío encuentren el espacio para construir una Patria Libre, Soberana, Latinoamericana y Feminista.