Pablo Llonto: “Ninguna sociedad se construye sobre un terreno fangoso y la base en la Argentina significaba enjuiciar a los responsables del mayor genocidio que sufrimos”

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Pablo Llonto, periodista, abogado en varias causas de Derechos Humanos y docente en la Universidad Nacional de La Plata, pasó por “CONADU en el medio”.

 

– Cristina Pauli (CP): Pablo nos gustaba tener tu mirada, que tiene que ver obviamente con tu trayectoria por distintos lugares del periodismo y tu famosa resistencia como delegado de Clarín.

– Pablo Llonto (PL): Sí, con muchas historias. Yo creo que hace 10 o 15 años uno no hubiese pensado que llegaríamos a esta etapa en la que muchas historias, no sólo de Clarín sino del periodismo argentino, empezarían a conocerse y empezaría a llegar algo de claridad sobre tantas mentiras que sufrimos los argentinos y que seguimos todavía sufriendo. Pero con la esperanza de que ahora una generación distinta de periodistas, estudiantes, docentes, comunicadores y los sectores populares en general empiecen a ejercer el derecho de la comunicación y transformen lo que ha sido un bochornoso periodismo argentino, para convertirlo en un periodismo al servicio de los pueblos, de las verdades y necesidades de los menos escuchados.

Así nos podremos volver a enorgullecer de periodistas como Rodolfo Walsh, Osvaldo Bayer, Horacio Verbitsky… cada uno en su generación, pero haciendo todo para que la verdad se sepa y para que ayude a transformar y a hacer justas y solidarias a las sociedades.

– CP: Comenzaste siendo periodista y estudiaste la carrera de abogacía. Ahí, en el tema de la justicia sobre todo vinculado a los derechos humanos, también hay como un sinceramiento de algunas cosas…

– PL: Sí, también la Argentina que tenemos hoy es muy superior a la Argentina que teníamos en 1983, sin duda. La lucha por los derechos humanos, que inicialmente tuvo como mayor imagen la lucha de las abuelas y madres de Plaza de Mayo por encontrar a sus hijos, después por el juicio y castigo a los culpables de las desapariciones.

Creo que se fue entendiendo que se trataba de una lucha que no solo iba a incluir el pedido de juicio y castigo a los culpables, sino que las abuelas y las madres nos hicieron comprender que la lucha de los derechos humanos incluía la más grande ampliación de derechos que ha tenido la Argentina en estos últimos años y que tienen que ver con los accesos a distintas cuestiones. Todos son derechos, pero son accesos concretos a la posibilidad de que podamos tener un Estado que se ocupe un poco más de la educación, de la salud, un Estado que se ocupe muchísimo más de la protección de la vida, de la protección del físico de nuestros habitantes y que podamos decir algún día que nuestro país orgullosamente cumple la declaración universal de los derechos humanos en su totalidad.

Estamos en ese camino. El juicio y castigo a los culpables era el primer ladrillo que había que poner en esta construcción. Ninguna sociedad se construye sobre un terreno fangoso, sobre arenas movedizas; hay que poner esa base para construir un edificio, una casa, y esa base en la Argentina significaba enjuiciar a los responsables del mayor genocidio que sufrimos.

– CP: Inclusive ahora estamos también colaborando con los españoles en descubrir las causas que tienen que ver con el franquismo.

– PL: Sí, ojalá que el pedido de captura de cuatro genocidas del franquismo en España sea el punto inicial de una justicia argentina que empieza a aplicar fuertemente los principios del derecho penal internacional, los principios de la justicia universal, para que todo aquél que en el mundo esté cometiendo o esté pensando en cometer genocidios, delitos de lesa humanidad sepa que en cualquier país del mundo va a haber una justicia esperándolo y sectores populares reclamando esa justicia.

No es nada nuevo el juzgamiento en tribunales internacionales o en tribunales que no son del origen donde se ha cometido el delito. No es algo nuevo, es algo que cuesta pero que ha empezado hace muchos años y que la sociedad lo ha entendido desde el juicio de Núremberg en adelante.

La lucha de aquí de las madres, las abuelas y los organismos de derechos humanos en el resto del mundo también es la lucha de miles y miles de organismos e instituciones militantes de los derechos humanos para que esto suceda cada vez que ocurre un hecho de barbarie; para que sean juzgados en cualquier país del mundo. Y creo que va a impulsar fuertemente lo que debería suceder siempre: que el delito de genocidio, de lesa humanidad que se cometa tiene que ser juzgado en el país de origen, como está ocurriendo acá, pero si ese país de origen se resiste el genocida tendrá que ser juzgado en otro país.

 

Entrevista desgrabada por Gabriel Di Battista.