Adriana Serquis: “Estamos apostando a generar conocimiento en un área que nos permita ser independientes en el futuro”

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En “CONADU en el medio” charlamos con Adriana Serquis, investigadora en el Centro Atómico de la Comisión Nacional de Energía Atómica en Bariloche y ganadora del premio L’Oréal-UNESCO para las Mujeres en la Ciencia, por sus avances para optimizar el rendimiento de la generación y del transporte de la energía eléctrica.

– CONADU: Es la verdad un placer charlar con vos. Contanos por favor en qué consiste esta línea de investigación por la que has sido reconocida por la UNESCO.

– ADRIANA SERQUIS (AS): En el grupo donde yo trabajo hace muchos años que venimos estudiando materiales que puedan ser útiles para diferentes tipos de dispositivos de conversión eléctrica, en particular para unos sistemas que se llaman celdas de combustible y que son capaces de transformar el hidrógeno y el oxígeno en agua y energía eléctrica.

– CONADU: ¿Y esto para que nos serviría en nuestra vida cotidiana?

– AS: Estos dispositivos se pueden utilizar en casas individuales, en hospitales, en fábricas para la producción de energía eléctrica. Sobretodo en los casos aislados; por ahí uno puede tener generación de energía a través de algún sistema alternativo como puede ser la energía eólica o solar. Estos dispositivos podrían permitir también almacenar la energía en forma de hidrógeno y poder reutilizarla después como combustible para esa misma celda y poder producir energía eléctrica.

– CONADU: Es un desafío importante en estos momentos en que el mundo se está planteando buscar nuevas fuentes de energía.

– AS: Sí, en realidad el hidrógeno no es considerado una nueva fuente de energía sino simplemente un vector. Vendría a ser como un enlace entre los diferentes tipos de fuentes y poder optimizar su uso. Y con optimizar me refiero a que el tema de la eficiencia me parece importante. Es decir, de lo que uno produce tratar de utilizar la mayor cantidad posible.

En general en la mayoría de los sistemas ─ya sea la nafta de un auto o la energía eléctrica que baja de los cables─ siempre tenemos disipación y pérdidas. Entonces, a lo que apuntamos es al estudio de materiales que sean capaces de optimizar cualquiera de estos sistemas. Poder obtener mejores eficiencias en su uso.

– CONADU: ¿Su investigación mejora también la situación del planeta en algún sentido?

– AS: En algún sentido sí. Todavía son caros; todavía va a haber cuestiones socio-políticas y económicas que determinen si estos sistemas van a ser utilizados o no. Ya no depende tanto de la tecnología solamente. Estamos apostando a poder generar conocimiento en esta área que nos permita ser independientes en un futuro.

– CONADU: ¿Te sorprendió el premio y la repercusión que tuvo?

– AS: La repercusión sí, la verdad que sí. Porque no estamos acostumbrados a toda esta relevancia y visibilidad del área científica, y menos de uno personalmente. En general, no estamos formados ni capacitados para estar apareciendo por todos lados (risas).

– CONADU: Pero viene bien un mimo al trabajo…

– AS: ¡Viene bien un mimo! Por otro lado, respecto de la parte científica, me siento halagada por el tema de la valoración tanto en lo personal como en el proyecto, pero también súper agradecida a todo el grupo de trabajo que nos fue acompañando durante estos años.

– CONADU: Atrás tuyo hay un grupo importante de compañeros y compañeras que trabajan en esta línea de investigación…

– AS: En el grupo en el que yo trabajo seremos doce personas más o menos. Hay varios investigadores, algunos estudiantes de doctorado… algunos que trabajan conmigo, otros con otros investigadores; mucha gente joven, bastantes mujeres también. Esto también unifica un poco el objetivo del proyecto.

– CONADU: Y sobre todo porque, mirando para atrás, no has tenido una trayectoria fácil, la has peleado para llegar ahí. Contanos un poquito cómo fue tu historia.

– AS: Como mucha gente de clase media argentina pude acceder a la universidad gracias a su gratuidad, gracias a su accesibilidad desde muchos puntos de vista. Al mismo tiempo con una vocación personal también. Yo hice enseñanza primaria así que trabajaba de maestra y estudiaba Física al mismo tiempo, algo que no era muy habitual porque la física exigía bastante dedicación exclusiva. Por suerte, con un poco más de tiempo, pero pude terminar la licenciatura en Buenos Aires, y después me mudé a Bariloche para hacer el doctorado en el Instituto Balseiro. Un poco como elección de vida, para poder tener una familia en un lugar más apacible que Buenos Aires, y por otro lado porque el instituto es de los mejores lugares para desarrollar la física experimental, que era lo que a mí me gustaba.

– CONADU: Pero al Balseiro no llega cualquiera, hay que tener una capacidad importante.

– AS: Creo que tiene que ver un poco con el esfuerzo, las ganas y la dedicación. Yo di clases mucho tiempo en el CBC, ahora estoy en el profesorado de la Universidad Nacional de Río Negro. Cuando uno piensa que lo que va a enseñar es muy difícil, tiene que ir transmitiendo a los alumnos que se puede ir haciendo escaloncitos intermedios. Todos tenemos la capacidad, siempre y cuando nos emprendemos para ello. Y a mí todo lo que tiene que ver con actividades de divulgación, de jugar con chicos y con modelos me entusiasma bastante. También trato de participar de las actividades.

– CONADU: Volviendo a la historia, hubo momentos en que la cuestión para los científicos se puso un poco espesa y te tuviste que ir del país…

– AS: Sí; cuando terminamos el doctorado. En realidad no había ninguna obligación escrita en ningún lado, pero sabíamos que no había futuro, no había muchas chances de conseguir un cargo permanente en el CONICET o en otras organizaciones de ciencia y técnica en nuestro país. Nos fuimos ya con la idea, presentando los papeles para intentar regresar y tres años después pudimos hacerlo. También apostamos a este regreso y a poder hacer las cosas acá en Argentina.

– CONADU: ¿Y ahora cómo ves la situación?

– AS: Cambió bastante. Yo veo que los estudiantes que terminan ahora no tienen esta elección difícil del sí o sí irse. Tienen la opción de empezar primero teniendo una carrera acá y hacer una experiencia enriquecedora; pero no es una obligación o una obligatoriedad para poder mantenerse en el cargo. Antes había pocas certezas sobre las posibilidades de tener un cargo acá. Ahora yo creo que si bien hay cierta exigencia está mucho más abierto. Han ingresado cualquier cantidad, no sólo de becarios sino también científicos del CONICET.

– CONADU: Y algún párrafo por tu condición de mujer. ¿Es más difícil para una científica que para un científico?

– AS: Esa parte es controversial. Por un lado, siempre digo que no creo que haya discriminación fuerte respecto de tener más o menos posibilidades por ser mujer. Pero hay cosas más sutiles que tienen que ver con el día a día: al trabajar en cosas tecnológicas siempre algún hombre se ofrece a usar las herramientas, esta cuestión de la caballerosidad que en realidad tiene que ver con que sienten que la tecnología está hecha más para los hombres. Además, hasta hace poco también era más difícil acceder a cargos jerárquicos. Todos los directores de carrera y de laboratorio solían ser hombres. Eso fue cambiando hace unos años.

Creo que ese cambio se va dando también en la sociedad, que va admitiendo esta igualdad de capacidades con su propia impronta. Lo que siempre notamos es que las primeras que recibían los cargos jerárquicos lo hacían usando una personalidad masculina, un poco más agresiva y ambiciosa. Me parece que las mujeres podemos darle una impronta más emocional, y por ahí preocuparnos por el otro, buscar el bien de conjunto. Y me parece que vale la pena.

 

 

Entrevista hecha por Cristina Pauli y desgrabada por Gabriel Di Battista.