Entrevsita con Glenn Postolski: “Clarín siente que su construcción de sentido empezó a ser horadada”

Glenn Postolski es el Director de la carrera de Ciencias de Comunicación de la UBA y uno de los participantes en la elaboración de los 21 puntos básicos por el derecho a la comunicación que sirvieron como base de sustentación para la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que ya fue reglamentada y que esta semana entró en vigencia. Además, acaba de lanzar un espacio junto al titular de AFSCA Gabriel Mariotto y el ministro de Educación Alberto Sileoni. Su análisis sobre las batallas en el campo de la comunicación, la aplicación de la nueva ley y el nacimiento de una era sin monopolios informativos. Un repaso sobre el sentido político e histórico de la normativa en un marco de fuerte disputa por una distribución justa y equitativa de la palabra.

¿Cómo surgió la idea de crear una herramienta política?

−La semana pasada hicimos un encuentro en Lomas que fue el lanzamiento de la Corriente Nacional y Polpular de la Comunicación, que es una herramienta que construimos con un conjunto de compañeros con los que generacionalmente compartimos la experiencia de haber atravesado la década de 80 como alumnos, después graduados y docentes de distintas carreras de comunicación y que venimos trabajando hace muchísimo tiempo por un ley de la democracia. Sin tener una organización. Surgió naturalmente, de la historia de cada uno y de la historia política de distintos actores, todos confluimos en apoyar el proceso de discusión y de sanción de la ley. Una vez que esto se produce, aparece la necesidad… Tengamos en cuenta que el logro no es la sanción de una ley, sino el sentido que va a cobrar esa ley en la sociedad. Y en distintas charlas paralelas, sin una inteligencia por detrás, se venía gestando la necesidad de contar con una herramienta. En el campo de la comunicación hay dos federaciones, pero las federaciones que existen se dieron más por articulaciones de historias académicas y no de una opción política concreta. No es que una federación sea más de un perfil político que la otra… Tienen que ver más con recorridos de una generación que ni siquiera es la que conduce hoy las universidades o las carreras. Entonces ahí apareció la idea de ese conjunto de compañeros, de distintas universidades de todo el territorio nacional, las del conurbano y nosotros de la UBA, de generar esa herramienta.

¿Cómo piensan la herramienta?

−Esa herramienta tiene una caracterización que claramente aglutina el apoyo a la política pública en el ámbito de la comunicación del Gobierno, que tiene que ver con la ley pero que trasciende la ley. Es un espacio que acuerda, en un contexto de fuerte disputa, en donde lo comunicacional es central. En ese escenario de disputa, no tenemos una mirada tibia. Claramente hay una disputa entre condiciones que van a generar una ampliación democrática, y condiciones que llevan a la rearticulación de el espacio político más conservador de la Argentina. Por eso apostamos fuertemente a la creación de esta herramienta, que es la Corriente Nacional y Popular que tuvo un nacimiento pero que la perspectiva es crecer e interpelar a muchos más actores.

¿Cómo se lee la reglamentación de la ley en este momento y a pesar de las medidas cautelares?

−La reglamentación de la ley, viene a generar el contexto necesario para construir la política que verdaderamente transforme la circulación del sentido y la palabra. La reglamentación, está más allá de la discusión de si está bien o mal reglamentar en la medida que existan medidas cautelares. Acá hay decisiones que son políticas, porque el conflicto es político y nosotros respaldamos la política. Es tan profunda la disputa que se da en este campo de la comunicación, que la repercusión va para las condiciones de la futura democracia que va a vivir esta generación y las futuras generaciones de los argentinos. Me parece que la reglamentación fue una medida necesaria para esta etapa y que la aplicación de la ley va a ser necesaria en la construcción de un espacio político para poder tener condiciones para ganar en octubre de 2011.

¿Qué aporta en concreto la nueva ley?

En términos generales creo que no hay que leer las medidas aisladas, sino tener una clara concepción de un sistema. Un conjunto de medidas que viene llevando el gobierno adelante – algunos dirán que por una cuestión instrumental, una cuestión de coyuntura-, lo cierto es que esas medidas cobran un cuerpo coherente: la Ley, la discusión por Papel Prensa, la medida sobre Fibertel. Todo es parte de un cuerpo coherente que va en el sentido de que el poder omnímodo – que tiene cierta capacidad de concentración de construcción simbólica de la agenda y de los discursos sociales-, no hay margen para aplazar los tiempos de esa confrontación. Es ahora y es en todos los planos. Porque aparte todos los planos son legítimos: la discusión sobre la conformación de papel prensa es algo que estuvo ocluido, ocultado durante 20 años. No es que no se supiera, no es que no formaba parte de una agenda. Pero la capacidad que justamente tiene el poder fue de construir una malla que ocultara eso de la visibilidad que era no si se compró el 2 de noviembre o el 3 de abril, sino cómo los actores más importantes de la prensa gráfica se asociaron a la dictadura genocida. Y ahí no hay vuelta atrás. No es el problema de la legalidad o no, sino de la legitimidad que constituyó la ventaja comparativa en términos económicos que terminó posicionando al Grupo Clarín como el principal multimedios que dictaminó una agenda, política, social, cultural y deportiva en los últimos 25 años de la Argentina. Entonces me parece que el nacimiento de la Corriente, la reglamentación de la Ley y avanzar en todas estas disputas, tienen que dar cuerpo a la posibilidad de construir nuevos actores y otra forma de generar comunicación.

¿Cuáles serían las políticas concretas para generar nuevos medios de comunicación?

Yo creo que ahí hay que dar lugar a la aparición de todos los sujetos socialmente organizados que existen, no hay que inventar cosas nuevas. Los gremios tienen que aparecer con voz propia. Y todos los actores sociales organizados en distintos niveles de la sociedad que tienen que empezar a construir sus propias herramientas. Un lugar como la Facultad de Sociales y toda la carrera de Comunicación tienen que poner su conocimiento al servicio de la construcción de esas herramientas. El medio es la herramienta, lo que hay que construir es la política con la que ese medio va a salir a jugar. Más allá de lo que dicen las encuestas, o la lectura clasemediera urbana, hay un margen de crecimiento importante. Si eso se activa, eso inevitablemente construye un nuevo tipo de agenda.

¿Cómo es que logran que la libertad de prensa quede del lado de las empresas?

Uno no puede pensar que los medios masivos han construido su nivel de poder de la palabra, y que uno va a desplazarlo, y que la construcción de sentido común se cambia con una o dos medidas en un plazo corto. Justamente lo que hay que poner en el lugar es quién es el titular del derecho, y el derecho no son las empresas, es la sociedad. Y eso lo tenés que construir. Ellos tienen la capacidad de hacerlo. También ellos hoy, y cuando digo ellos lo más fácil es construir la metáfora alrededor del Grupo Clarín, sienten que esa construcción de sentido de alguna forma empezó a ser horadada. Está empezando a haber un ruido entre la capacidad que ellos habían generado y creado y que ya su palabra no tiene el mismo peso. En los ámbitos de comunicación, la pregunta recurrente es “a ver cuando Clarín vuelve al periodismo”. Claro que han mirado hacia otra zona. Lo que ellos hacen es algo que no se emparenta con el periodismo, que tampoco es parecido a lo que reivindicaba Mitre cuando fundó a La Nación como tribuna de doctrina. Porque en Clarín no hay una doctrina, hay negocios. Ellos tienen todos los recursos que implican haber manejado el multimedio durante los últimos 20 años y todo el saber profesional de manejar la discusión cultural. Pero también ellos sienten que se está produciendo un cambio.

¿Perdieron definitivamente el lugar de la objetividad que habían construido?

Exactamente. Ese lugar de periodismo objetivo, el lugar de interpelar a los poderes. En realidad se ha develado que ellos en sí son el poder, y que ellos condicionaron el poder. Y sobre eso no hay vuelta atrás, aun si pierde el kirchnerismo. No va haber una vuelta atrás. El cuestionamiento a la lógica de organización del manejo de la agenda, de la palabra, es algo que hay un nivel de conciencia que se generó que no va a retroceder.

Después de la crisis de los partidos políticos, los medios se convirtieron en el vector organizador de la dirigencia política de la oposición. ¿Cómo sería la política por fuera de esa lógica?

Pasó algo interesante, porque un sector de la política se creyó lo del Homo Videns, como decían a principios de los 90, que había un nuevo tipo de construcción de la cultura donde los medios audiovisuales centralmente son los hegemonizadores. Pero la construcción de ese escenario pensado por un italiano es muy diferente de la experiencia de América Latina. Por eso acá los medios hoy ocupan un lugar, que no tiene que ver tampoco con una mera lógica del ámbito comunicaciones: es la primera trinchera de la reacción política. Por eso esos políticos que creyeron que hacer política era hacer política en los medios (uno podría decir Lilita Carrió, pero también Chacho Álvarez), se dieron cuenta de que los medios condicionaban más su política que su capacidad de construcción política a través de ellos. Y creo que ahí tampoco hay una vuelta atrás. Y aun Carrió, que dice “vamos a defender a Clarín”, no hay entrevista en donde no le pase la factura a Clarín de haber llevado a Cristina como candidata. Y yo creo que en los próximos diez años, la forma en la que cada político se va a posicionar frente a ese poder inevitablemente ya es distinta, porque ya saben que se puede construir sin que ese poder te empodere.

Secretaría de Prensa CONADU