Concetración versus democratización

economia.jpgEl siguiente es un artículo del economista José Sbatella que formó parte de una de las actividades desarrolladas en el mes de mayo de 2007 por el Instituto de Estudios y Capacitación (IEC) de CONADU.

 

Concentración versus democratización

Por José Sbattella

El proceso de concentración no es un fenómeno único de nuestro país, sino que se acentúa a nivel global. Las estadísticas mundiales indican que sólo 200 personas tienen más capital y dinero que el 60 por ciento del resto de la población. Los detalles de este paradigma en la Argentina.

      El esquema de análisis que se presenta intenta desarrollar una metodología que utilizando la dialéctica entre procesos contradictorios permita finalizar los diagnósticos con propuestas de políticas que modifiquen las tendencias naturales de los fenómenos económicos en la actual etapa del capitalismo, entre ellos el del fenómeno de la concentración que es el que aquí nos interesa en particular.
     Del lado del pesimismo de la inteligencia se enlazan la globalización, concentración y la especialización en el mercado externo. Del lado del optimismo de la voluntad: la región y su defensa, la democratización de los accesos al capital, a la tecnología y a los recursos naturales y la utilización del mercado interno como instrumento de integración nacional. Estas opciones se materializan en una dirigencia, que puede ser condicionada o condicionante. Es decir, condicionada por este modelo global, o capaz de modificar las condiciones reales desde el ejercicio de la voluntad.
     En ambos casos los instrumentos disponibles para la modificación de la realidad se basan en la utilización del poder de imperio del Estado en cualquiera de las jurisdicciones: nacional, provincial, municipal.
     La discusión de un proyecto nacional debe terminar necesariamente con el análisis de los poderes de policía que son inherentes a la existencia del Estado. La situación en que han quedado los organismos de aplicación tanto nacionales, provinciales como municipales después de la ofensiva de los años 90, hace necesario un relevamiento pormenorizado del estado en que quedo el Estado.
     En tal sentido, es necesario recordar que la agencia Anti Trust en Argentina se crea en plena dictadura militar. Es Martínez de Hoz como ministro el que pone en funcionamiento la ley 22.262 que crea la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) en 1980.
     En 1999 se introduce el análisis de las Fusiones derogando la ley anterior por la 25.156, que crea el Tribunal Nacional de Defensa de la Competencia que nunca terminó de constituirse, quedando la institucionalidad del sistema legal vulnerable a la industria de la apelación, lo que limita en la práctica el poder de policía del organismo.
     El cuadro anexo libera las dudas que se podrían tener sobre la utilidad del esquema legal vigente en lo que hace a evitar la concentración económica en la Argentina.
     La
realidad es que el ejercicio de la soberanía popular a través del voto permite acceder a los representantes de los ciudadanos al ejercicio del poder de imperio del Estado y en consecuencia la situación en que quedaron los organismos que lo ejercen es el principal obstáculo para la concreción de los objetivos propuestos.


Pesimismo de la inteligencia Optimismo de la voluntad
Globalización Región
Mercado externo Mercado interno
Políticos condicionados Políticos condicionantes
Dilución del Estado Fortalecimiento del Estado
Concentración Democratización

     Un análisis realista implica asumir como un dato la globalización y las modalidades específicas en que se ha producido. Es decir, asumirnos a nosotros mismos como periferia.
     Hoy, cuando hablamos de globalización no podemos hablar sino de “globalización capita-lista”, un proceso que comenzó con la expansión del capitalismo comercial hace 500 años. Durante todo ese tiempo se han manifestado diferentes configuraciones del esquema mundial, y de las relaciones de dependencia, encontrando en los últimos 30 años el comienzo de una nueva etapa, para la cual algunos reservan de manera exclusiva el término “globalización”.
     Apartarse de la tendencia que somete a los países a la lógica del capitalismo, sólo es verosímil por la intervención de una fuerte voluntad política de resistencia. En este sentido, lo que se opone a la tendencia, al concepto de globalización, desde el lado de la voluntad, es el concepto de región: la región es necesariamente producto de la voluntad política y su existencia supone el condicionamiento de la globalización.
     El discurso hegemónico del modelo global sostiene que el crecimiento, el dinamismo de una economía, se logra con el desarrollo del mercado externo.
La competitividad del mercado externo está basada en la productividad social del trabajo y en la estructura de costos nacionales. El salario es uno de esos costos, pues en los países capitalistas corresponde incluir la renta de la propiedad, es decir la tasa de interés que remunera al capital financiero y las ganancias sectoriales de los distintos sectores productivos.
     En oposición al esquema de globalización que promueve la especialización hacia el mercado externo, del lado del optimismo de la voluntad se encuentra la utilización del mercado interno como instrumento de integración nacional. El mismo es necesario para evitar que esta lógica global arrastre a un país hacia un modelo de economía dual que reproduce la relación de centro-periferia global hacia dentro del país.
     Ante la propuesta de dar protagonismo al mercado interno, es necesario tener en cuenta las condiciones para desarrollar una producción nacional competitiva. En este sentido, es interesante la propuesta de “desconexión” del sistema de precios global que supone incidir sobre el sistema interno de costos, modificando el sistema de precios interno (sea a nivel nacional o regional).
Una última consideración involucra a la dirigencia, que puede ser condicionada o condicionante.
     Hay quienes por complicidad, por ser dueños de los medios de producción, o incluso por ignorancia, son condicionados por este modelo global y devienen en lobbistas del proyecto hegemónico. En el otro extremo, el de los condicionantes, están los que pretenden modificar la forma de inserción de la región.
     En la Argentina es necesario asumir que las responsabilidades de lo sucedido son directamente proporcionales a la jerarquía. Esto significa que cada uno, desde su rol, tiene un grado de responsabilidad, pero las responsabilidades máximas son las de los niveles más altos en estas jerarquías.


Concentración versus Democratización


    Llegamos ahora a donde queríamos llegar: a una de las más significativas contraposiciones. Mirando el esquema global, pero también hacia dentro de nuestros países, encontramos diferentes manifestaciones de “concentración”.
     Se opone dialécticamente a la concentración, la democratización, un proceso que depende principalmente de la voluntad política. ¿La democratización de qué? Del acceso al crédito, al capital, a tecnología, a un ambiente sano, para los ciudadanos de ahora y los de mañana, con trabajo y sin pobreza.
     La apropiación y el uso que se da al excedente resulta clave para definir una tendencia de concentración, o del proceso inverso. Por ello, el concepto de excedente pondrá en evidencia la crucial importancia de la voluntad política para la defensa de intereses colectivos, especialmente en países subdesarrollados, debido a las disparidades sociales que el sistema global genera. De este modo, si la concentración es la tendencia, la voluntad política opone a ella un freno y permite que sobrevivan sectores socioeconómicos que se protegidos que de otro modo serían marginados o excluidos.
     El proceso de concentración no sólo puede verse “hacia dentro” de cada país. Es un proceso que también se acentúa, y de manera alarmante, a nivel global. Las estadísticas de concentración mundiales revelan que 200 personas tienen más capital y riqueza que el 60% del resto de la población. En la Argentina, el proceso de concentración puede reflejarse en el cuadro que se anexa a esta nota (ver aparte).

El rol de la Defensa de la Competencia


     En ambas alternativas descriptas más arriba, la posibilidad de control del espacio económico se basa en los poderes de policía que quedan inherentes al Estado. Es de la utilización del poder de policía del Estado nacional, provincial y municipal desde donde se modifica la realidad o se garantiza el continuismo.
     El condicionamiento del modelo global implica necesariamente la situación inversa: el fortalecimiento del poder de imperio del Estado jerarquizando los organismos de control, asumiendo la responsabilidad indelegable del Estado en la salud, la educación, la justicia y el control del medio ambiente.
     En materia de Defensa de la Competencia, para cumplir con las metras de democratización que se oponga a los efectos de la concentración, es necesario realizar un cambio del enfoque de los efectos de la concentración orientando los instrumentos de análisis a aquellos que prioricen aspectos sociales (macroeconómicos) respecto de aquellos que prioricen y que respondan a los intereses de los grupos concentrados (microeconómicos). En tal sentido, la democratización implica que las concentraciones deben aceptarse en la medida que las mismas garanticen un entorno sano para los ciudadanos de hoy y del mañana (brecha ambiental), que fortalezcan y no disminuyan las fuentes de trabajo como en los 90 (brecha de empleo), que fortalezcan las arcas del Estado evitando maniobras evasivas y elusorias típicas de las fusiones (brecha fiscal) y, finalmente, que garanticen el mantenimiento de los recursos dentro del mercado interno evitando que el flujo de divisas que caracterizaron a la economía argentina en los procesos de extranjerización, representen restricciones que recurrentemente hagan explotar la balanza de pagos (brecha externa).
     Bajo la tutela de estas cuatro brechas es que deben analizarse los procesos de concentración.
     La lógica de los análisis realizados en los procesos de concentración, basados exclusivamente en conceptos microeconómicos, como los “mercados relevantes”, “ganancias de eficiencia”, “poder de mercado”, “elasticidades cruzadas”, no ha servido para contener el proceso de fusiones que amenaza con seguir dejando uno o dos operadores en los mercados más importantes.
     Por su parte, laxo por naturaleza, el análisis microeconómico fue encontrando la justificación para que la condena al monopolio per se de la Ley Sherman de fines de siglo XIX (de EEUU), hoy se trasforme en una aceptación vergonzosamente silenciosa.
     Si se fuera consecuente con el esquema teórico del liberalismo, debería entonces recurrirse al siguiente capítulo de los libros de microeconomía que sobreviene al de Competencia Perfecta: el Monopolio, en donde inevitablemente corresponde su regulación, mal que les pese a los defensores de la economía de mercado.